martes, 18 de septiembre de 2012

Sobre Cataluña y el independentismo

La multitudinaria manifestación convocada por nacionalistas e independentistas la pasada semana ha provocado numerosas reacciones y comentarios.

En la prensa nacional, como es lógico, las posturas han sido de rechazo frontal, especialmente hacia la figura del líder de CIU, Artur Mas, que, al menos teóricamente se ha alineado con las posturas independentistas, declarando que ya no se sienten a gusto en España.

Sin embargo creemos que tenemos que reflexionar sobre el porqué de la postura de Mas y especialmente el porqué es ahora cuando parece haberse sumado claramente al independentismo.
Y para nosotros su nueva actitud está relacionada con la crisis. Mientras existía una situación de relativa bonanza, el nacionalismo, aun teniendo como objetivo final la independencia, se conformaba con realizar peticiones económicas o de mayor autonomía. Pero, en situación de quiebra, con el peligro de no recibir lo que piden, cada vez va se va abriendo paso en mayor número de personas la idea de abandonar definitivamente España, de iniciar un nuevo proyecto en solitario.

Sin embargo pensamos que no vale sólo con acusar al nacionalismo de maldad o egoísmo.
Tenemos que ser capaces de ver que es lo que aporta España, sus fuerzas políticas y sus gentes.

¿Puede entusiasmar un país con unos cinco millones de parados, con su telebasura, con sus partidos políticos dominantes como PP y PSOE-IU como los sindicatos oficiales no son más que apéndices de los socialistas- que en nada ilusionan, con sus masas de adeptos capaces de seguirlos a muerte aunque los lleven al precipicio y deseosos del fracaso del partido rival, aunque eso redunde en el mal de todos, con una sociedad civil degradada y moribunda pese al fogonazo del 15M?.

Pensamos que tal España no puede resultar atractiva para ninguna persona afín al nacionalismo, aunque la selección nacional de fútbol esté logrando muchos éxitos, ni por supuesto va a lograr nada la defensa como patrimonio nacional de la llamada fiesta nacional, los toros, o las procesiones, el flamenco o las sevillanas.

Es en la praxis donde debe demostrarse la superioridad de una idea respecto a otra. Y aunque no sea agradable reconocerlo pensamos que lo que llamaremos para simplificar no nacionalismo no puede mostrar hoy por hoy ninguna superioridad moral sobre los nacionalismos.

La única lucha eficaz contra las doctrinas identitarias sólo puede partir de un proyecto político diferente y radical que plantee nuevas formas de organización política y económica, de vida, de cosmovisión moral que nos alejan de la sociedad de consumo, de dominación y adoctrinamiento. Un proyecto solidario e internacionalista que, con ilusión aunque sin caer en un utopismo paralizante, pueda atraer a muchas personas. Este proyecto no debe centrarse en la crítica a los nacionalismos, sino en potenciar una nueva idea de país, de sociedad, que alejado del patriotismo españolista vacío que sólo se indigna de la presencia y fuerza de tendencias nacionalistas porque se consideran buenos y superiores sin más a los separatistas, pueda aglutinar lentamente una ciudadanía reflexiva y libre.

El no plantear las cosas adecuadamente fue uno de los motivos del fracaso de la experiencia de Ciudadanos. Este partido cometió, para nosotros, dos errores mortales. El primero, plantearse como un partido de reacción al nacionalismo- centrado además en Cataluña, en vez de lanzarlo como proyecto nacional-y ya sabemos en lo que acaban los movimientos políticos de reacción, que en este caso fue una alianza con fuerzas políticas nacionalistas y ultraderechistas europeas en unas elecciones, a cambio de un dinero que ni siquiera recibieron...El otro error fue no ser conscientes de que a medio o largo plazo, sólo ocupando un espacio no rellenado por otros podía tener posibilidades de éxito. Y ese espacio era la izquierda no nacionalista-aunque tuviera que ser una izquierda no ortodoxa, una izquierda  de ciudadanos reflexivos, participativos y autónomos, impulsores de una democracia no sólo política, sino económica, o sea cooperativista, autogestionaria, de banca cívica... pues el ciudadano debe luchar por serlo en todos los niveles-, no una trasversalidad fantasmal, caldo de cultivo de populistas, oportunistas y derechistas disfrazados bajo la etiqueta de liberales progresistas. Pero, en general, como a lo largo de la historia, la intelectualidad impulsora del partido,los Arcadi Espada y demás lumbreras, no destacaron por su lucidez y visión de futuro.

Fracasado y convertido Ciutadans en el cortijo bufonesco de Rivera y sus fieles, y también fracasada la otra opción populista del no nacionalismo en esa tierra, UPyD, Cataluña está en manos de los nacionalistas.  Y, quizá, ya no haya tiempo para construir ninguna alternativa sólida.

Por supuesto una hipotética Cataluña independiente tiene muchas probabilidades de fracasar y estaría muy lejos del paraíso soñado por los independentistas, pero como hemos intentado expresar hoy por hoy no tienen enfrente nada que entusiasme, lo que les acerca a lograr su objetivo. Que luego llegue el descalabro, es otro tema.

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