jueves, 11 de diciembre de 2014

En el enjambre. Psicopolítica, transparencia y el panóptico digital

De entre los libros que hemos leído últimamente queremos destacar tres textos que, en cierto sentido, forman una trilogía, pues los tres suponen una reflexión sobre la revolución digital, sobre el mundo de las redes sociales. 

Se trata de : En el enjambre, Psicopolítica y La sociedad de la transparencia.  Su autor se llama Byung-Chul Han, filósofo de origen coreano que actualmente reside en Berlín y que podemos considerarlo el pensador de los problemas y enfermedades individuales y sociales provocadas por el mundo moderno, incluyendo lo que denomina en una de sus obras-pendiente de lectura- La agonía del Eros.

 En los tres libros citados, libros de pocas páginas pero que requieren una lectura atenta pues, aunque amenos y muy interesantes por el tema tan de actualidad que toca, en algunos capítulos o partes de ellos usa un lenguaje complejo, de difícil seguimiento, que es para nosotros uno de los grandes males de la filosofía contemporánea que, consciente o inconscientemente parece querer separar profundidad de sencillez, como si no fuera posible mezclar profundidad con claridad expositiva, lo cual lastra su seguimiento e interés por la mayoría de la población. No obstante, dicho todo esto, queremos recomendar sus lecturas, pues son textos provechosos y que animan a la reflexión y se separan del pensamiento dominante.

Frente a la idea mayoritaria de que el universo digital, el cosmos de las redes sociales es positivo e incluso emancipador pues son espacios de libertad y de comunidad la tesis de Han es la opuesta. Para él, en realidad y frente al viejo panóptico de Bentham, es decir la sociedad del control y vigilancia clásicas, donde un centro vigila a los reclusos, se ha construído un panóptico digital, en el cual, a parte del control del Estado y las Empresas, todo el mundo  controla a todo el mundo, todos somos vigilantes y vigilados a la vez, actores y víctimas.

Se ha constituido, como titula uno de sus capítulos de La sociedad de la transparencia una sociedad pornográfica, de desnudo colectivo, donde se destruye la singularidad, lo oculto, las máscaras, los artificios que ocultan partes de nosotros. Ocultamiento que según Han siempre es positivo, en todos los aspectos, pues es lo que nos hace interesantes como personas .Frente al elogio moderno de la transparencia, el autor considera que ésta supone la destrucción de la confianza y una apuesta decidida por el control y la vigilancia.

El denominador común de sus libros es que la nueva sociedad digital, aunque se cree libre, es, en realidad, una sociedad de sumisión voluntaria, de exposición libre a la mirada panóptica, donde el viejo Big Brother se transforma en Big Data, apoderándose de los datos entregados voluntariamente por los individuos, lo que permite al sistema de dominación poder condicionar a las gentes de manera prerreflexiva, accediendo incluso al inconsciente colectivo. Esto supone pasar de la biopolítica a la psicopolítica, es decir al uso de un poder seductor e inteligente que consigue que las personas se exploten y opriman a sí mismas.

Frente a la expresión de comunidad de internautas u otras afines, no hay verdadera comunidad en el Reino de Internet, según el autor. Cabría hablar más bien de enjambre, es decir una multitud ruidosa de Egos, de individuos aislados, incapaces de una acción común, de una acción política seria, de manifestarse como una voz.

Pese a lo que comunmente se piensa, la revolución digital no permite la creación de un verdadero contrapoder, ni, prácticamente de reflexiones serenas, pues el ruido o zumbido constante destruye el silencio necesario para pensar en profundidad.

Una comunidad real sólo puede reconstruirse en el mundo, valga la redundancia, real, entre personas que se miran a la cara, dialogan, llegan a acuerdos. Es decir entre gentes que se encuentran en las calles. De ahí su crítica a la sociedad indignada, esa que pulula tanto en facebook y demás redes contra los políticos. La indignación en las redes crea, a lo sumo, movimientos inestables, sin principios serios y verdaderamente alternativos, pompas de jabón que tan pronto se hinchan explotan, sin dejar rastros, ni lecciones provechosas para el futuro, como si hicieron movimientos decimonónicos, con menos medios en todos los sentidos, pero capaces de dotarse de un discurso común. La sociedad indignada es una sociedad agitada, que cree que con esa agitación puede llegar a algún lado, cuando sólo agitamos nuestra impotencia.

También es interesante la crítica que hace de la pomposamente llamada sociedad de la información. Las toneladas de información a la que podemos acceder no ayuda a iluminar un camino a seguir, en realidad enmaraña y obscurece todo. La llamada sociedad de la información y el conocimiento es la sociedad de las tinieblas.

Es verdad, dando nuestra opinión, que Internet permite conocer o reencontrarte con personas del pasado, que puedes encontrar algunas cosas interesantes, análisis que te hagan pensar. Que pueden crearse pequeños grupos que pongan cosas en común; compartir algunos conocimientos. No todo es tan negativo como lo pinta Byung-Chul Han.

 No obstante, quienes piensen que la emancipación de la humanidad se dará a través de las redes sociales, de la revolución digital, se equivoca. Tal pensamiento no es más que una transmutación del famoso mito laico del marxismo. Cambiando el desarrollo de las fuerzas productivas y la nueva clase social producida, o sea el proletariado como motor para la nueva sociedad, por el desarrollo tecnológico. Con la diferencia de que en el marxismo aparecen seres reales de carne y hueso, los proletarios, frente a la tecnoutopía contemporánea que imagina la liberación a partir de nuevos aparatos técnicos.

Ni tecnofobia ni tecnofilia, pongamos las cosas en su justa medida.Y que sus libros les hagan pensar, apoyando o criticando sus tesis, es lo de menos.







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