He tenido ocasión de leer un apasionante libro de un filósofo alemán, Paul Caurus, fallecido en 1919, cuyo título es El Evangelio del Buda. Lo interesante de esta obra es que nos relata la vida de Buda, pero separándose de las distintas tradiciones sectarias en que se ha dividido el budismo, mostrando los aspectos esenciales de esta doctrina religiosa, o mejor dicho filosofía espiritual, que es, esencialmente, una forma de vida, de estar en el mundo.
Con todas las grandes tradiciones espirituales el budismo coincide en su crítica al materialismo, al egoísmo, a la vanidad, al amor al placer y las riquezas. Pone su acento en la compasión hacia todo ser vivo, rechaza el odio, la lujuria, la mentira incluso las habladurías hacia el prójimo,así como la gula.
Tiene mucha cercanía con el Evangelio, y cualquiera que lea este libro y recuerde el Nuevo Testamento, se dará cuenta de las similitudes en las enseñanzas y las parábolas tanto de Jesús de Nazaret como de Buda. Coinciden ambos en sus vidas de renuncia, que en el caso de Buda es muy llamativo, habiendo nacido en cuna noble y habiendo renunciado a una vida de lujo, placeres y poder, por la predicación errante. Ambos aceptaron a las mujeres, que formaron parte de su grupo de seguidores, aunque lógicamente hay que tener en cuenta la época y el contexto, época que no admitía la plena igualdad de sexos.
Existen, indudablemente, algunas diferencias, aunque no absolutas, como es el claro rechazo hacia el Yo del budismo, considerado la raíz de los males, de los sufrimientos que nos aquejan, causados por los deseos y pasiones de ese Yo. Si bien hay que tener en cuenta, como dice en el prólogo el autor, que el Yo al que critica Buda y sus seguidores, es el Yo entendido como entidad separada de los pensamientos, como una especie de esencia identificada con el alma. Son los pensamientos del hombre los que constituyen su alma para el budismo.
Esta idea crítica del Yo puede estar mal vista en muchos occidentales, pero podría compartirse plenamente sustituyendo el Yo por el Ego, si se quiere .Ese Ego que nos lleva a la lucha y al enfrentamiento de todos contra todos, sin darse cuenta, como predicaba Buda, que todo es perecedero, nuestro fin es la descomposición. Y por mucho que queramos y nos apeguemos a nuestro Ego, su fin es la disolución. De cualquier forma, cuando hablaba más arriba de que esa diferencia entre el cristianismo y el budismo respecto al Yo es matizable, me refería a la tradición mística del cristianismo, que defiende el olvido de sí y, por tanto, en realidad sería muy cercana al sentir budista.
Otra diferencia es el rechazo de Gautama a los milagros, llegando a prohibirlos a sus seguidores, si bien el budismo posterior, en diversas corrientes, ha aceptado ideas y creencias supersticiosas, míticas y fantásticas para acercarse a las gentes.
Otra idea clave sería la creencia en el karma, según la cual conforme fueron tus acciones y pensamientos en una vida, te situarás en peor o mejor posición en las siguientes. Siendo el objetivo del budismo el Nirvana, la Iluminación, es decir la muerte en uno mismo de los deseos, apegos y pasiones, causa del sufrimiento,para librarse del retorno a la vida y lograr la paz de espíritu y la verdadera felicidad en esta vida.
Leo, para ir finalizando, que Paul Caurus soñaba con una religión cósmica de la verdad universal, que emergería de las cenizas de las creencias tradicionales. Yo espero algo similar, una religiosidad o espiritualidad que aglutine lo positivo de las tradiciones espeirituales y filosóficas, y que logre que lo material y lo espiritual, por fin, vayan de la mano, en vez de estar separados como dos orillas de un río enorme y no transitable, e incluso enfrentados como dos ejércitos rivales.
Un único pero al libro: la falta de cuidado con la ortografía que muestra la editorial que ha publicado recientemente la obra, falta de cuidado que contrasta con una bella portada.
Lao tzu, Chuang tzu....
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