domingo, 20 de enero de 2019

Sócrates. Vida y doctrinas

Sin duda  es Sócrates una de las personalidades más interesantes de la historia de Occidente, generosa, desprendida, sencilla, con un método muy peculiar de buscar la verdad escondida en el subsuelo de todo hombre y mujer, mediante el diálogo, las preguntas, en calles, plazas, talleres. Sin distinguir entre ricos y pobres, siempre interrogando a unos y a otros.

La editorial Alderabán publicó años ha un libro sobre sus ideas, su vida filosófica, basado en los recuerdos de uno de sus discípulos, Jenofonte. Más veraz, según opinión general, que Platón, que achacó a Sócrates opiniones que probablemente éste nunca tuvo. Jenofonte intentó transcribir con fidelidad todo lo que vio y escucho de él y de otros. 

El texto es una defensa encendida de su querido maestro, que fue condenado a muerte por corromper a la juventud, entre otras cosas. Dividido en tres partes- la mejor para mí sin duda la última, El banquete-, nos muestra a un Sócrates defensor de la justicia, de la virtud, empeñado en hacer mejores a sus amigos, a sus oyentes, especialmente a la juventud. Y, sobre todo, su discurso final, es un elogio de la belleza del alma, como forma de belleza superior a la física, y de la amistad, como forma de amor puro por encima del deseo carnal. Pues la belleza del alma, así como la verdadera amistad basada en la unión de espíritus virtuosos, es más sólida, más fuerte, más imperecedera que la unión basada en la atracción física, que provoca mayor esclavitud y tormentos, así como esclavitud en quienes se dejan arrastrar por lo carnal, e intereses turbios en quienes, consciente de su atractivo, lo utilizan en beneficio propio frente a sus aduladores, ante quienes buscan sus favores sexuales. Y en general, además, el amor carnal, tiene fecha de caducidad, la del tiempo, destructor implacable del atractivo físico.



Nos nos dejó nuestro querido filósofo nada escrito, pero sí los vívidos y luminosos recuerdos de quienes estuvieron a su lado, como en un matrimonio de amigos fraternales en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la fortuna y en el infortunio final de la cicuta .Infortunio dudoso, pues el mismo Sócrates, creyente en la inmortalidad del alma, se planteó si quizá el infortunio no sería seguir en la vida.

Para acabar el comentario del libro, lanzo un interrogante a los escasísimos lectores del blog: ¿comparten mi opinión de que la amistad, ese tesoro para Sócrates, está desapareciendo de nuestras vidas, sustituida por esas falsas "amistades" de multitudes sin rostros ni cercanía auténtica, palpable, de las redes sociales, de los ordenadores y los móviles?. ¿Qué nos diría Sócrates si nos visitara en nuestras calles asfaltadas, llenas de anuncios, en las estaciones de trenes, metros y autobuses, siempre pegados nuestros ojos a las pequeñas  pantallas que con sus cadenas invisibles nos atrapan, nos esclavizan?.

1 comentario:

  1. Seamos optimistas, el espiritu o estilo socratico aun perdura ..... como la genetica neandertal entre nosotros, a la chita callando! Lo restante: como zombies.

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