domingo, 23 de junio de 2019

El crash. Tercera fase

Interesante, ameno y recomendable libro del famoso economista Santiago Niño Becerra, uno de los pocos autores que predijo la crisis económica que estalló en 2007-2008. En El Crash, sostiene que la crisis no ha terminado, sino que se encuentra en su tercera fase. La primera fue la etapa donde se llego a la conclusión que las políticas keynesianas de gasto público no servían para atajar la crisis, provocada por el estallido de las burbujas de crédito, por la hinchazón de la economía ficticia o financiera, entrándose en la fase de recortes y austeridad. A partir de 2012 se entra en la segunda fase: tasas de interés del cero por ciento y compra masiva de deuda, lo que Niño Becerra considera inyectar anfetaminas en vena. Ahora, según él, entramos en la tercera fase, la del cambio de modelo, si bien dentro del capitalismo.

El fin de la crisis, que el autor calcula que llegará hacia 2023, no implicará volver a años de bonanza, de vacas gordas. Implicará, entre otros aspectos, pasar del usar y tirar, a la eficiencia, a la rentabilidad, al producir lo que se necesite y en la cantidad que se necesite. Todo ello unido a una flexibilidad, precariedad, paro y subempleo muy elevado. La robotización y tecnologización de numerosos sectores productivos causará una necesidad menguante de mano de obra, frente a otras décadas del siglo XX donde había más o menos pleno empleo.

Las desigualdades aumentarán cada vez más, la clase media irá desapareciendo, la riqueza se concentrará en cada vez menos manos y el capitalismo llegará a una situación de grandes oligopolios, de corporaciones poderosas que, en su opinión, pueden llegar a sustituir parcialmente al Estado, que ya no podrá mantener el nivel de prestaciones actual. Si bien noticias recientes como posibles nacionalizaciones en la economía alemana, y el simple hecho de que fue el Estado el que salvó el capitalismo inyectando grandes cantidades de dinero en bancos y empresas, me llevan a dudar en relación a la tesis de la debilidad estatal frente al poderío de grandes empresas. Otra cosa es que se pueda llegar a una confluencia casi absoluta entre el Estado y las grandes corporaciones en tareas tanto de prestaciones menguantes, como represivas o de control de la clase trabajadora. Medidas como el control horario del gobierno socialista, apuntan a ello.

Habrá una pequeña minoría de gente que vivirá muy bien, una amplia masa de subempleados que entrarán y saldrán sucesivamente del mercado laboral y un amplio sector de excluidos .Para evitar posibles estallidos sociales o dejar morir a multitudes crecientes, Santiago Niño Becerra elucubra, negando la posibilidad a una guerra mundial, con una renta básica, ocio gratuito y la legalización de la marihuana. También sostiene que la idea de propiedad privada perderá fuerza ante la idea de compartir, de uso temporal, como sucede ya con las personas que comparten coche.

Llega a pensar que aquí podría venir el principio del fin del capitalismo, hacia otra cosa que no se atreve a definir, más o menos entre el 2060 y el 2070.

Un libro que no es optimista, puesto que su autor no quiere engañar a nadie con falsas esperanzas. 

Pero que no tiene en cuenta la siempre posible acción humana, la probabilidad de cambiar el rumbo enfrentándonos a las autoridades, luchando por otra sociedad. Aunque es cierto que, hoy por hoy, al menos en la superficie, da la sensación de reinar en la sociedad un absoluto conformismo, una aceptación entre inconsciente y resignada del siniestro porvenir. Si bien siempre nos queda una esperanza de reacción, ésta es muy tenue, si ciertamente no queremos jugar a autoengañarnos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario