sábado, 29 de agosto de 2020

Reflexiones contra el clima de terror, la telegestapo, el totalitarismo tecnocientífico y el irracionalismo negacionista

 Muchas son las cosas que están sucediendo desde la aparición del coronavirus, y muchas las que están cambiando. En un principio las autoridades nos dijeron que en nuestro país no iba a suceder nada, para desde hace un tiempo generar un clima de terror, sostenido por las televisiones, tertulianos y presentadores, especialmente presentadoras, las más fanáticas por lo que he podido ver .

En estos programas se denuncia sin cesar a los incívicos, irresponsables... que realizan fiestas, botellones, no usan mascarillas y demás . Todos los días nos desayunamos con noticias de rebrotes, que van en aumento, eso sí, sin decir en general los que son asintomáticos, los ingresados, con lo cual no deja de resultar una información sesgada, pues pocas conclusiones podemos sacar de esas cifras.

Las televisiones, mutadas cual virus en una especie de telegestapo, regañan y amenazan hasta a los que no se ponen bien las mascarillas, no digamos a quienes argumenten contra su uso generalizado .Y sólo escuchamos las voces de los sanitarios afines a su discurso, salvo excepciones más bien motivadas por accidente. No parecen ver la contradicción absoluta que supone haber impuesto el bozal en espacios abiertos con el incremento de casos, cuando en los países europeos, que se usa muy poco la mascarilla, en general el porcentaje de infectados es mucho más bajo.

Sobre esto ni una palabra,como tampoco la última contradicción kafkiana: elogiar la ventilación e ipso facto volver a pedir el uso del bozal .La imposición de la mascarilla implica que estamos teóricamente ante un virus que puede contagiarse y matarnos  sólo con respirar, lo que no casa con la defensa de la ventilación como medida preventiva.



La telegestapo, ya sea para curarse en salud, ya siguiendo órdenes del gobierno, o una mezcla de ambos, está generando un clima de terror, sosteniendo unas medidas preventivas extremas, irracionales, antihumanas, sobre las que no hay en realidad evidencias científicas, más allá de decir que la mascarilla es un elemento protector .Para más inri ,hace unas semanas se nos informó de que los bozales, si no son recambiados o utilizados correctamente son un hervidero de virus. Más y más contradicciones absurdas.

Es como si viviéramos inmersos en una casa de los horrores donde ha emergido una suerte de totalitarismo tecnocientífico, lo de científico entre comillas, porque la verdadera ciencia se basa en la observación, y no parece que estas medidas tengan muy en cuenta la observación. Por otra parte es un clima de terror tuerto e hipócrita. 

Se ha atacado a los jóvenes irresponsables, fundamentalmente, y se ha defendido las mayores restricciones y cierres del ocio nocturno, y actualmente hasta de parques y piscinas. Pero resulta sumamente curioso y sospechoso como las residencias, donde ha muerto la mayor parte de la gente, no han sido ni son objeto de una visión realmente crítica .No se plantea ya no su cierre, sino al menos que quienes puedan saquen a los ancianos de esos centros de muerte. Tampoco he leído hasta ahora ningún estudio sobre por qué es tan alta la mortalidad en ellas, más allá de decir que no han sido medicalizadas.

Y es que en realidad los ancianos molestan en este sistema, en esta sociedad de mierda, donde nos hemos tragado la burda trampa de que lo que nos realiza como seres humanos es el trabajo. Un trabajo cada vez más mísero y escaso, que acabará por arrastrarnos a la mayoría a lo que hasta hace poco veíamos como países ajenos, más bien planetas marcianos, que jamás llegarían a nosotros: el tercer mundo. Pagaremos las consecuencias de tragarnos las mentiras de la liberación por el trabajo esclavo, así como por la tecnología, y por el espíritu hedonista de viajes, fiestas y diversión en los ratos libres, para olvidar esta vida de podredumbre y miseria individual y social.

Dicho esto, conviene también ser críticos con los que niegan la existencia del virus. Aquí entramos en un tema complejo: junto con el colapso y la decadencia social, hay que incluir el colapso del pensamiento crítico. Éste está cayendo en un irracionalismo que pretendiendo ser crítico con la autoridad, pretende negar todo: desde el COVID hasta la esfericidad de la tierra .

En su afán crítico bienintencionado se adscriben a cualquier teoría. Así he escuchado a algunos decir que las muertes por coronavirus se deben al 5G, o hasta el WIFI. Oponiéndose a las teorías oficiales por falta de rigor, caen en el mismo defecto. Criticando el borreguismo y la sumisión de la población, ellos son iguales con su ciega fe en determinadas creencias o teorías.

Criticando los males tecnológicos, o los defectos de la medicina oficial, rechazan como mala toda vacuna y se suman con fervor a la defensa del curanderismo, de la salvación de las enfermedades por cualquier brebaje natural .Como si en ese mundo no hubiera timadores y sacacuartos.

El pensamiento crítico debe aferrarse al sentido común, a unir lo positivo del presente con lo positivo del pasado .A pasar por un filtro crítico, no sólo las teorías oficiales, sino las llamadas alternativas, entre ellas la del dominio del mundo por trece familias. Porque curiosamente, este mundo crítico y sus teorías,aunque yo acepte la influencia de algunos individuos, de algunos multimillonarios-cuanto más pasta tengas más posibilidad tienes de influir, si es tu intención, en lo político- no nos permite ver la raíz de los males, sus estructuras,su lógica en gran parte impersonal-la acumulación de capital- sus instituciones, que van más allá de Soros, por ejemplo. Y, en la práctica, aunque no quieran verlo, acaban haciendo de bufones del sistema, de servidores. Pero este, es otro tema.




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