sábado, 26 de septiembre de 2020

La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical

 Eric Sadin ha vuelto a sorprendernos y entusiasmarnos con un nuevo libro donde analiza críticamente la tecnología más actual. Después de haber leído La humanidad aumentada y La silicolonización del mundo, la editorial Caja Negra publica La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical.

En este vibrante texto Sadin pone su lupa sobre la inteligencia artificial y el avance que supone en el ámbito de la destrucción de nuestros valores y capacidades, de aquello que nos hace humanos e implicaba un espacio, mayor o menor, de responsabilidad, riesgo, creación, sociabilidad y autonomía. Y es que el desarrollo de la inteligencia artificial nos sumerge en un nuevo régimen, en un nuevo estadio de la humanidad .En este nuevo estadio, va triunfando la idea de una inteligencia que puede tomar decisiones y guiarnos, e incluso enunciar una o unas verdades, por encima de nuestras capacidades, pues estas nuevas inteligencias pueden manejar e interrelacionar una masa de datos que no está al alcance de los individuos.

Estos procesos invasivos y de sustitución va desde compras, los más aparentemente inofensivos, hasta la economía, la vida social o amorosa, la sustitución de profesiones, al menos de manera parcial, como podría ser realizar diagnósticos médicos, llegando a poder eliminar la política, como lugar donde se debate y delibera entre una pluralidad de ideas hasta alcanzar un acuerdo, una decisión, con sus riesgos, y terminando por la invasión de nuestro organismo por chips o elementos de control, presentados como mecanismos de perfeccionamiento de nuestra condición humana, que se presenta como imperfecta e inferior.



El desarrollo del mundo de la digitalización, de la inteligencia artificial,  trae consigo un antihumanismo radical, que margina lo humano, tomando decisiones por nosotros en cada vez más ámbitos, suprimiendo la duda, los errores, las divergencias.

El libro termina con una defensa del trabajo humano libre y creativo, de la autonomía, de la divergencia como arma de combate contra el nuevo mundo que se fragua a nuestro alrededor sin hacer ruido. Y con un divertido y estupendo capítulo final donde da voz a un pulpo, un ser  de capacidades extraordinarias, pero naturales, al que pone como ejemplo a imitar, huyendo de la moderna obsesión por escapar de nuestras imperfecciones.

Eric Sadin es para mí uno de los grandes ensayistas, lúcidos y críticos, del mundo actual y su tecnología antihumana. No se lo pierdan.



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