domingo, 8 de noviembre de 2020

Reflexiones sobre la decadencia de la amistad, la deshumanización y la sociedad gaseosa

 Desde hace casi una década, y reforzado por acontecimientos personales recientes, he llegado a la conclusión de que está aconteciendo un fenómeno del que se reflexiona poco, pero que no deja de resultarme inquietante: la decadencia de la amistad.

Para mí la amistad es una característica, escasamente mencionada, del ser humano. Algo que nos humaniza, que nos saca, aunque sea por breve tiempo, de la cárcel del Ego. Una forma de relación, de establecer lazos sociales libres e igualitarios. El amigo, la amiga, es un libre y un igual, en el sentido positivo de la palabra igualdad, no en el sentido de uniformidad, o igualación desde lo malo. Quizá sea, el momento de la relación amistosa, de los pocos "lugares", situaciones, en que libertad e igualdad se dan la mano, en vez de acabar en un choque de trenes..

Pues bien, ese destello luminoso, esa iluminación de luna llena en un transitar de más oscuros que claros, de más dolor que placer, por más que nos quieran vender las maravillas tramposas del pensamiento positivo, el optimismo, el hedonismo y demás fantasías rosado truculentas, está en proceso de descomposición.



La sociedad de las redes sociales, del culto a lo inmediato, de la gratificación instantánea de los deseos, el materialismo descarnado, el falso individualismo sin individualidad que reina, la atomización, la hipersexualización de la infancia y adolescencia está triturando la maravillosa apertura, el dinamitar murallas, el reconocerse frágil al abrirse a otros, que representa la joya de la amistad.

La amistad va siendo abandonada por la búsqueda de la pareja . Parece que sólo esta provoca felicidad, sin embargo, paradójicamente, las circunstancias sociales antes mencionadas también provocan la debilidad de las relaciones amorosas, y posiblemente del propio eros.

Es triste comprobar como cuando pareces encontrar gente con la que vincularte, con la que te sientes capaz de una apertura del alma, resulta un espejismo. Ya no vuelve a haber encuentro, o lo hay muy tardíamente .Todos volvemos a refugiarnos en nuestro Yo, o volvemos a la búsqueda de esa pareja perfecta, que no existe ni existirá. Y que se volatiliza en el aire. E incluso eres utilizado como instrumento para encontrar ese chico o chica que interesa.

La quiebra de la amistad es reflejo de la quiebra individual y social, de la deshumanización que para colmo de males la pandemia ha multiplicado como plaga terrible, con sus silencios y bozales, de la constitución de una sociedad vaporosa, gaseosa, donde todo se disuelve en un abrir y cerrar de ojos.

Lo ideal para las autoridades e instituciones. Es evidente, para acabar, que si emerge un pensamiento realmente crítico-lo que implica la desaparición de los viejos y decadentes residuos de viejos y "nuevos"  ideales, que en realidad son clones del régimen, como el marxismo o el anarquismo,o más recientes como  el feminismo, el ecologismo institucional, las ideologías identitarias, nacionalistas y multisexuales, con todos sus delirios- la amistad debe recuperar un lugar esencial.

Sin amistad, amistad real, sin intereses espurios de ninguna clase, no habrá humanidad. Pues la amistad es encuentro, diálogo, risas y llantos, liberación y purga interior, comprender y no juzgar, y voces y manos cálidas y afectuosas. Aquellas que te acunan, como la familia, en los momentos malos por los que atravesamos en este camino de amaneceres y anocheceres de espinas que, a veces, parecen no tener fin.

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