sábado, 15 de marzo de 2014

Feminismo de estado y capitalismo total


 La lucha justa a lo largo de la historia de algunas mujeres para ocupar un lugar en la sociedad al mismo nivel que el hombre, con igualdad de derechos y deberes está dejando paso, a través de medidas como la Ley de Violencia de Género en nuestro país, al ascenso de un nuevo tipo de feminismo antiigualitario que, basándose en los casos reales de violencia doméstica contra las mujeres, invierte la carga de la prueba, criminalizando a los hombres de antemano como presuntos acosadores e impulsando, por tanto, un Estado policial o neofascista.

Sin embargo, lo más preocupante de esta ley, que se suma a otras aprobadas recientemente como la Ley mordaza, que contribuyen a reducir las libertades, es que, consciente o inconscientemente favorece el rápido desarrollo de lo que podemos llamar capitalismo total.

Por capitalismo total entendemos un sistema capitalista hiperdesarrollado en el cual los lazos sociales solidarios entre iguales son paso a paso aniquilados para crear un tipo de sociedad donde por un lado todo está mercantilizado y por otro lado, todo está jerarquizado.

Para alcanzar tal estado el sistema necesita ir desarrollando una normativa que favorezca la división en la sociedad siendo uno de los últimos pasos la ruptura o el enfrentamiento entre hombres y mujeres. Azuzando las denuncias, el recelo y la desconfianza entre unos y otros se quiebra y destruye la posibilidad de reacción y unión de la sociedad contra las clases dirigentes, lo que supone allanar el camino al triunfo absoluto del Estado y el capital frente al pueblo, convertido en una masa enfrentada, dinamitada por los odios y, a la vez muy fácilmente manipulable y dirigida hacia donde los mandamases estimen conveniente.

Por tanto la conversión del feminismo en feminismo de Estado, con el señuelo de que el Estado protege y libera a las mujeres supone un golpe terrible para los de abajo, pues supone la constitución de una fuerza creciente, que, por un lado, llegado el caso, hipotético, de lucha de oprimidos contra opresores , haría de neosomatem, colaborando con las fuerzas de la patronal y el Estado contra el pueblo y por otro favorece como ya hemos dicho el proyecto de capitalismo total, de salarización y dirigismo absoluto de las comunidades humanas, llegando a considerar sectores crecientes de la población tal situación como ideal, como liberación.

Fácil es ver por otra parte que, en realidad, no hay tal liberación de la mujer, pues la Ley de Violencia de Género lo que hace es infantilizarla y hacerlas creer que su salvación pasa por su defensa y unidad con las alturas, con quienes nos dominan y manipulan.

Lo más preocupante de todo esto es la facilidad con la que la sociedad abraza medidas represivas si éstas se hacen en nombre del progreso. Mientras las medidas de las derechas son toscamente represivas, y a nadie engañan, como la citada Ley Mordaza, las impulsadas por la izquierda-con el apoyo de la derecha- son mucho más difíciles de denunciar y rechazar, pues quien ose hacerlo debe enfrentarse a la Inquisición progresista y políticamente correcta, o sea se arriesga a ser tildado de facha, reaccionario, machista o cualquier epíteto tal al gusto de las masas bienpensantes.

También señalar, de paso, que estas leyes son un claro indicador de que la modernidad, presentada como el paraíso de la libertad y el humanismo frente al horror del mundo antiguo, va unida a un desarrollo creciente de la dominación y la destrucción de lo humano bajo formas nuevas y temibles, basadas en corroer lentamente la sociedad civil, la solidaridad entre sus miembros y sus relaciones autogestionadas y no mercantilizadas.

Y es que el capitalismo total no tiene que ver con privatizar o no la economía, discusión entre derechistas e izquierdistas que a nada nos lleva. Del capitalismo total no se sale apoyando la nacionalización de la banca o de tales y cuales empresas, como piensan muchos ingenuos, pues eso no es más que cambiar la opresión privada por la tecnoburocrática, y seguir siendo siervos. No, de la amenaza del capitalismo total sólo podemos salir abrazando formas de vida no mercantilizadas y no jerarquizadas.

Los cantos de sirena de las fuerzas de progreso están acercando nuestro navío a las rocas y cada vez está más cerca el día en que, tras el naufragio, acabemos convertidos en posthumanos, es decir en seres desprovistos de toda visión del mundo, de la vida, que no sea la que el  sistema quiera inocularnos.


La tierra de los esclavos que se sienten libres y felices, sin más sueños que gozar de lo que tengan a bien ofrecernos los Amos, está a un paso.

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