Menos conocido que Un Mundo Feliz, Aldous Huxley escribió un ambicioso ensayo, El fin y los medios, en plena época de auge de los totalitarismos y el rearme, no muy diferente a la nuestra, donde analiza las posibilidades de reforma del mundo y del hombre, tocando numerosos aspectos.
Ensayo irregular, con capítulos más interesantes que otros, lo positivo de su visión es su carácter holístico y su acierto, en mi opinión, en la unión que hace de lo material y lo espiritual, de lo cercano y medible y lo trascendente.
De hecho Huxley sostiene que la sociedad ideal es la que sigue el camino propuesto por profetas, místicos y filósofos de diversas escuelas y corrientes, camino por desgracia olvidado, que él resumen en una palabra: desapego. Siendo el hombre y mujer desapegado aquel que se aleja de las pasiones como la ira, la avaricia, el ansia de riqueza o el poder, en búsqueda de lo trascendente.
Frente a la idea que algunos pueden tener de que seres desapegados son seres encerrados en sí mismos, el ideal de hombre desapegado es el del ser solidario y bondadoso, que comprende que todos estamos unidos, que no hay independencia plena individual, sino interconexión entre todos los seres con el Universo.
Esta idea es el núcleo de su ensayo, donde reflexiona sobre la necesidad de la descentralización y autonomía política y económica para favorecer la libertad y la responsabilidad frente a la concentración de poder y la sumisión; el cambio educativo, que debería unir la teoría y la práctica, es decir los estudios y el trabajo, así como evitar la especialización, para acercarse lo más profundamente posible a una visión de conjunto.
El impulso al asociacionismo a todos los niveles, a la prácticas no violentas de resolución de conflictos con la necesidad de crear grupos destinados a evitar las guerras, su rechazo a las idolatrías de la época que le toco vivir: ideologías como el nacionalismo, el fascismo y el comunismo, con sus dioses como la nación, el partido, el caudillo, la clase, recorre todo su libro; su defensa de la cooperación frente a la competencia económica y entre individuos, su elogio del misticismo, más cercano en sus simpatías al budismo y a la idea de un "dios" o trascendencia impersonal frente a nuestra imagen del Ser Divino similar a nosotros, son algunos de los temas que propone.
Un texto interesante, que nos indica algunos caminos para el cambio, sin ser un manifiesto, ni un programa de transformación integral, quizás, cierto, un tanto confuso por eso de tocar muchos temas, más bienintencionado que práctico, pero que puede servir en algunos aspectos, probablemente, en mi modesta opinión más en los ético, espiritual y filosófico que en lo político y económico.
En cualquier caso El fin y los medios, como otras obras del autor, nos muestran a un hombre de talante crítico y libre, preocupado por el mundo, independiente y con criterio propio.Cualidades imprescindibles en esos futuros seres desapegados que quieran cambiar el mundo sabiendo que los fines y los medios han de ser acordes, que los medios determinan el fin. Que si los medios son negativos, el fin acabará por serlo.
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