lunes, 18 de diciembre de 2017

La expulsión de lo distinto

El prolífico y siempre interesante Byung-Chul Han, agudo analista y observador de la sociedad actual y, especialmente, del universo de lo digital, de las redes sociales, de las consecuencias que éstas acarrean, ha publicado La expulsión de lo distinto.

En dicho libro su tesis central es que, debido a esos medios digitales, vivimos en el infierno de lo igual, en el rechazo a la alteridad, a lo diferente. Es el mundo del me gusta, donde sólo nos relacionamos con quienes piensan igual, donde se busca lo positivo, y se rehuye de lo negativo. Esta búsqueda de lo positivo implica la expulsión del Otro. Ese Otro con pensamientos y formas de ser que no coincide con nosotros no debe entrar en nuestras vidas, es una amenaza, un peligro para esta sociedad de narcisistas, de enamorados de sí mismos, sociedad donde la verdadera comunicación es sustituida por la conexión.

Para Han lo que enferma no es ya la alienación y la represión, sino el exceso de información, la hipercomunicación, la sobreproducción y el hiperconsumo: las enfermedades características de nuestro mundo digital son la depresión, la autodestrucción, impulsadas además por el rendimiento continuo que el neoliberalismo exige a los individuos del presente.

Más que explotación debemos hablar de autoexplotación, más que de panóptico clásico que nos vigila desde la torre, el panóptico digital nos vigila por todos lados, incluyendo nuestra interioridad, pero sin ser sentido como control. A la nueva forma de dominación le interesa explotar la libertad, que el individuo se desnude a plena luz, pero que lo haga con un sentimiento de absoluta libertad.



En La expulsión de lo distinto se reflexiona sobre el nacionalismo y el terrorismo como respuesta al terror de lo global, de la globalización. Ambos son fenómenos que buscan la singularidad, pero de manera equivocada, pues sus métodos, su objetivo, es también imponer el infierno de lo igual. Todos sometidos a una misma religión, o una comunidad sometida a una forma obligada de ver el mundo.

Por las páginas de este libro circulan amenas y profundas reflexiones, como una atinada crítica a la moda de la autenticidad y la diversidad, implicando la primera una represión sobre sí mismo y un narcisismo nefasto, y siendo la diversidad nada más que un producto consumible, algo que en realidad forma parte del sistema y que éste busca, como en mi opinión sería la famosa fiesta del Orgullo Gay, puro espectáculo capitalista, o las diversas tribus urbanas, todas con su estética uniforme y sus productos de consumo, pura pose egocéntrica , vana y vacua rebeldía meramente estética, aunque también un intento, equivocado, de sentirse parte de una comunidad en una sociedad de Egos, de átomos aislados unos de otro.

¿Hay solución al infierno de lo igual?. Sí, sería el retorno del pensamiento del Otro y la escucha. Eso es lo que nos propone nuestro querido filósofo, algo aparentemente sencillo, pero cada vez más difícil de lograr.

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