Leer a Heleno Saña, desde que lo descubrí a finales de la primera década del 2000, ha sido siempre un enorme placer. Su obra es variada, y va desde la historia política a la ética y la filosofía, siempre independiente de los poderes, los poderosos y los ricos.
La traición de los intelectuales a los pobres es un libro de una editorial desconocida y muy apreciada por mí , Voz de los sin Voz, del Movimiento Cultural Cristiano, editorial que en una ocasión mencioné en este blog, en relación a un texto muy interesante.
En éste se recopilan tres intervenciones del pensador libertario y a la vez abierto a lo religioso, o espiritual si se prefiere-rara avis, pero con el que me identifico plenamente-, Heleno Saña, en tres años sucesivos, pronunciadas en el Aula Malagón-Rovirosa, personajes, como la editorial, tan apasionantes como desconocidos en este país de sectarios, donde hay que ser ateo o creyente, religioso o antirreligioso, teniendo que ser el religioso de derechas y el ateo de izquierdas o revolucionario porque sí, y los libertarios afectos al Evangelio- y a elementos de otras tradiciones filosóficas y espirituales- constituimos a ojos de la población una especie de extraterrestres procedentes de Ganímedes, o de Zeta Retículi, que queda más lejano.
La primera conferencia, titulada como el libro, supone una acerada crítica a los intelectuales modernos, esos intelectuales, prácticamente la totalidad de los existentes, dedicados a hacer dinero sirviendo los intereses de los políticos y del capital, lustrando las botas de los poderosos, olvidando su función de ser conciencias críticas de nuestra realidad, del sistema falsamente llamado democrático. También se denuncia el narcisismo occidental, el olvido de los hambrientos del mundo, algo que cualquiera puede observar hoy, donde el occidental medio vive de espaldas a la realidad mundial, sintiéndose falsamente seguro en su falso castillo que sueña indestructible, castillo llamado, en nuestro caso, Europa. Aunque los hambrientos y huidos llamen a nuestras puertas, igual que las guerras, como la ucraniana, por no irnos más lejos.
El segundo ensayo es una defensa de la mejor cultura surgida los dos últimos siglos, la cultura obrera, aquella que se oponía a la difundida por la burguesía, esa "cultura" de la competencia, de la búsqueda del éxito, pseudocultura que ha terminado por crear una sociedad del odio y el enfrentamiento entre todos, una guerra interpersonal, un embrutecimiento y caída moral, promovida por los valores competitivos, consumistas y hedonistas. Frente a esos valores que Heleno reconoce que han terminado por imponerse, se oponía el proletariado de los tiempos heroicos, aquellos que defendían la solidaridad, el apoyo mutuo, la autoformación, el ansia de conocimiento, frente al ocio banal y embrutecedor del hoy, el de los bares, discotecas, estadios de fútbol o la telebasura.
El último escrito, quizás el más flojo para mí, es el de la autogestión política, donde defiende la necesidad de recuperar esta idea fuerza, tan necesaria para afrontar las injusticias y el olvido y abandono en el que están los pueblos miserables y hambrientos de la humanidad, no sólo en relación a la pobreza material, si no también en relación a la miseria espiritual de las antaño sociedades opulentas, que cada vez lo somos menos tras el paso de ese huracán llamado crisis.
La traición de los intelectuales a los pobres está recorrida por la denuncia de Heleno a la sociedad actual, a su pérdida de valores, a la destrucción del alma ejercida por el capitalismo, al olvido y eliminación por parte de las clases dirigentes de las más elevadas tradiciones humanistas y espirituales de la humanidad, y de la necesidad de recuperarlas para cambiar tanto el mundo como a uno mismo, punto de partida éste para el cambio global.
Mi felicitación a Voz de los sin Voz y al Movimiento Cultural Cristiano, por convertir las conferencias en un magnífico libro.
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