Chris Ealham, historiador inglés y especialista en la historia del anarquismo español y la cultura obrera, así como sus conflictos y protestas, publicó en 2016 una apasionante biografía de un militante de base de la CNT anarcosindicalista, José Peirats, cuya vida recorrió todas las tragedias colectivas del siglo XX, especialmente la Guerra Civil, el amargo exilio, la muerte de Franco y el retorno a un país ya muy distinto al que pisaron antes del desastre bélico, y en el que muchos ya no se reconocían.
Su infancia de penurias, dulcificada por unos padres comprensivos y abiertos de mente para la época y el apoyo mutuo del vecindario, la muerte de varios hermanos a temprana edad, la marcha de un pueblo castellonense a Barcelona, ciudad en la que descubre a la CNT y sus durísimas luchas, organización a la que se dedicaría en cuerpo y alma casi toda su vida- a veces madre y otras madrastra de sus propios componentes-, recorre el texto.
A través del estudio biográfico nos sumergimos de lleno en la durísima vida de un trabajador manual y obrero desde muy corta edad, por la necesidad de ganarse la vida y ayudar a su familia fuera como fuera. Vemos la influencia que sobre él ejercieron dos tíos, uno socialista y otro libertario; también se nos cuenta como bordeó la delincuencia, pudiendo haberse convertido en un delincuente más hasta que topo con el famoso sindicato libertario y varios militantes que le abrieron definitivamente los ojos, apartándole del camino habitual de la taberna, las peleas y las visitas a burdeles para convertirle en alguien apasionado por la cultura, por la formación, un ladrillero autodidacta, como cientos de miles en toda España que lucharon contra la ignorancia y el analfabetismo a base de enormes esfuerzos.
En Peirats se une pensamiento y acción: del piquete y las armas cuando era necesario, a animador de grupos teatrales y culturales tanto en las Juventudes Libertarias como en la FAI y la CNT. Asistimos a los debates y divisiones internas que siempre aquejaron al movimiento libertario, a su visión crítica y rebelde, que le llevo a rechazar desde el aventurerismo insurreccionalista del mitificado Durruti y compañía, los famosos Solidarios, con aquellos levantamientos armados contra la República denominados por García Oliver gimnasia revolucionaria-luego convertidos de la noche a la mañana en defensores del frentepopulismo-, a la entrada de la CNT en el Gobierno, oponiéndose a lo que él consideraba una traición a los principios.
Sale a la luz su profundo humanismo, que le hizo oponerse a los "paseos" y crímenes de la retaguardia y su alistamiento en el ejército, asqueado del clima de retaguardia. Tras la derrota, el largo invierno del exilio, donde continuó su enfrentamiento con la famosa Federica Montseny y su marido, Esgleas, convertidos en sátapras que no daban cuenta de lo que hacían con el dinero de la Organización y se embarcaron en una carrera de expulsiones y descalificaciones de cualquier discrepante.
Y finalmente un retorno al país donde no logró ver cumplido su sueño de un renacimiento de su querida organización, aunque ésta le había expulsado de las filas tiempo atrás. La CNT nunca revivió, volvió a ser presa de las divisiones y jamás ha llegado a ser ni sombra de lo que fue, degenerándose sus restos hasta llegar a algo que hubiera hecho estallar a Peirats, muy anticatalanista, de indignación: su paso con armas y bagajes al famoso Process catalán, como hemos podido asistir con estupefacción hace muy poco tiempo.
El autor también menciona algunos de sus defectos, como una profunda homofobia, marca de los tiempos que vivió y que nunca logró superar, así como un rechazo final, tras un breve interés, a ideas de la llamada nueva izquierda, que pretendía, entre otras cosas, renovar el anarquismo y el marxismo, uniendo lo mejor de ambos o poner en el tapete ideas como el consejismo, entre otras como la liberación sexual.
Con el ejemplo de Peirats Chris Ealham retrata a toda una generación que se embarcó en la ilusión de cambiar la sociedad, que luchó en condiciones adversas, que prestó gran atención a la cultura, a la autoformación, como proceso de liberación individual y social. Una o unas generaciones con sus luces y sombras, pero superior a la nuestra en algo esencial: no se dejó atrapar por los cantos de sirena del consumismo, la acumulación de bienes y propiedades, el mero sueño de mejora económica personal y lo más importante, no abrazó la fe en un Amo, en un Partido Redentor; es decir no fue alcanzada por toda esa mentalidad de clase media o burguesa que ascendió y triunfó en nuestro país, y causa de que no fuera ni sea posible, hoy, pensar en un sindicalismo revolucionario como opción de futuro.
Y esa ha sido la derrota póstuma de Peirats y los suyos- y la nuestra, la de los eternos dominados o, mejor dicho, los conscientes de serlo-, la tristeza de ver que nada de su mundo, lo más positivo y necesario para el presente, ha quedado en pie.
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