Han sido diversos los caminos que se han defendido y practicado, especialmente en los dos últimos siglos, en el mundo .Básicamente, a riesgo de simplificar, podemos reducirlos a tres: capitalismo, comunismo de estado y fascismos, del que derivarían-de este último- los ahora llamados populismos, o nacionalpopulismos, movimientos caudillistas, de retórica hueca, simplista y emocional, socializantes, con la novedad del anzuelo de la llamada democracia participativa, o del derecho a decidir; pero que dejan de lado las ideas de conciencia de clases, de necesidad de potenciar el desarrollo de un sector social con ideas, prácticas y valores contrarios a los de las clases dirigentes, para hablar de conceptos gasesosos como la gente o la ciudadanía frente a una casta malvada.
Por cierto casta votada y mantenida por esa "gente" o "ciudadanía" carente de autocrítica, disgustada porque el sueño del bienestar creciente se ha roto, lo que hace que se sientan engañadas y frustradas, poniendo su esperanza en que surja una nueva clase gobernante que, esta vez sí, traiga el Reino de Jauja al país.
Este discurso, estos nuevos partidos, que en España fueron potenciados por los propios medios del capital, pueden tender hacia la derecha o hacia la izquierda, culpando a los inmigrantes de los males, o bien solo a esa llamada casta, pero el sueño de fondo es el mismo: la salvación por el Estado, por el propio sistema, a través de nuevos líderes, a los que se supone que son otra cosa. La frustración, por cierto, podría provocar el paso de papeletas de un partido populista de un signo a otro. Así tenemos muchas encuestas que hablan del enorme ascenso de Ciudadanos y la caída de Podemos. Si bien es cierto que las encuestas hay que cogerlas con pinzas, pues pueden estar prefabricadas, pero ya sabemos que lo prefabricado busca fabricar la realidad .
Pues bien, sin pretender igualar plenamente los diversos sistemas que se han aplicado, vemos que los grandes problemas de la humanidad siguen ahí : el enfrentamiento creciente entre naciones, las amenazas mutuas de destrucción, el rearme de las potencias al que buscan sumarse otros países, nos amenazan nuevamente. Sobre este punto ya he reflexionado en numerosas ocasiones en este pequeño y desconocido blog, y no quiero insistir. Simplemente añadir que se ha sumado un nuevo problema, que está detrás de la guerra comercial entre China y los USA: el petroyuan, que busca sustituir al petrodolar, acelerando la decadencia norteamericana .Asunto silenciado, curiosamente, por los medios.
Por otra parte parece, sin salir de nuestro país, que nos encaminamos a una sociedad más empobrecida. Los sueldo han caído y el sistema de pensiones, mal que nos pese, parece condenado también a ir menguando progresivamente. ¿Qué sucederá cuando nos sacuda la próxima crisis económica, crisis que esperemos sea lo más lejana en el tiempo posible, pero que sin duda llegará?. ¿Cuál será nuestro futuro, especialmente el de niños, adolescentes y jóvenes del presente?.
En algún momento tiene que brotar un nuevo pensamiento o, mejor dicho, renacer un híbrido de vieja y nueva manera de entender la vida. Hay que construir ese cuarto camina, esa cuarta postura del mundo. Para esto es necesario que lo que subsiste, o resiste, de individuos o pequeños grupos ajenos al espíritu políticamente correcto y a las modas diversas, todas institucionalizadas,así como a la fragmentación, como el ecologismo, el movimiento estudiantil y el feminismo o el nacionalismo, al que miles de "democratistas" o ciudadanistas y hasta antisistema abrazan, por aquello de que han ocultado sus ideas autoritarias y xenófobas y por supuesto sus prácticas corruptas con los ropajes del derecho a decidir.
Estos individuos o grupos que digan No al estado del mundo, deben dotarse de una visión global de la sociedad y sus problemas, evitando las mencionadas trampas de las modas y la corrección política. No hay ecología que valga si no salvamos primero la sociedad y el individuo. El feminismo actual no es más que la integración de todos en el régimen de dominación, que olvida los dos objetivos para mí esenciales que el sistema busca impulsándolo, como se ha visto con el apoyo de las televisiones a la reciente huelga feminista: separar en la lucha a hombres y mujeres, favoreciendo su enfrentamiento, y preparar la movilización de las mujeres en la conflagración bélica mundial ya en ciernes. En cuanto al movimiento estudiantil, éste ha olvidado por completo que el objetivo del sistema educativo es la integración y aceptación desde niños de la "realidad", cada vez más negra, que nos imponen las autoridades políticas y económicas.
Junto a esto, el cambio social no será posible sin el renacimiento de una cultura, una conciencia, de unos valores contrapuestos a los actuales. Esta conciencia no tiene por qué ser una copia de la llamada conciencia de clase, la que conformó el viejo mundo obrero, un mundo ya prácticamente muerto. Pero sí puede servir de inspiración, pues se necesita un individuo u una colectividad con conciencia autónoma y solidaria .Una conciencia que vuelva a hacer aparecer luchas antiinstitucionales, que digan adiós al sistema de partidos, que se separe de la creencia en que en las instituciones está la salvación, ese mito absurdo consistente en creer que en quienes te machacan está la salida. La nueva clase, colectivo o comunidad revolucionaria debe esforzarse por volver a levantar los lazos horizontales y de apoyo mutuo de todo tipo, de familiares a vecinales y laborales, ahora reducidos a escombros, por el triunfo de la verticalidad burocrática, la mercancía, el hedonismo atomizador. El comunalismo real y la autogestión, entendidos como el desarrollo de las fuerzas no productivas si no espirituales, junto con un internacionalismo o universalismo claros, deben ser sus banderas.
Ese colectivo tendrán que conformarlo personas autocríticas, de diversos orígenes pero que coincidirán en el fracaso de sus viejas tradiciones, convertidas bien en fuerzas totalitarias, como el marxismo, bien en guetos inoperantes, oscilantes entre la secta y la integración en el régimen, como el anarquismo, o en religiosidades y espiritualidades vacías, absorbidas por los poderosos y convertidas en creencias legitimadoras de la opresión y la explotación, como el cristianismo.
El cuarto camino del mundo, cuyo horizonte debe ser la hermandad universal, la unión de los dominados del mundo, pasando por encima de todo nacionalismo, debe ser capaz de integrar a ateos y creyentes, lo que puede hacerse elaborando una filosofía moral sólida como punto de encuentro, y necesidad ineluctable en una comunidad subversiva que se tome en serio la transformación del Orden, pues es claro que el hedonismo, el relativismo, perpetua el capitalismo.
Ese cuarto camino del mundo debe aparecer, para disipar las tormentas que se abaten sobre la humanidad, de la que de seguir así ninguno escaparemos.
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