sábado, 16 de enero de 2021

El dominio mental. La geopolítica de la mente

 Descubrí a Pedro Baños, militar en la reserva, en una tertulia del famoso programa de Iker Cuarto Milenio. Sus ideas, sus planteamientos, su visión crítica , su cultura y conocimientos, que van más allá de la geopolítica, terreno para mí apasionante, me resultaron muy interesantes.

Hoy quisiera recomendar su último libro, El dominio mental. La geopolítica de la mente. En este extenso texto analiza las diferentes formas que los poderes y potencias mundiales tienen para lograr, en última instancia, la obediencia absoluta de la población. Las técnicas de control tiene diferentes aristas, que van desde las tradicionales del pan y circo, es decir el control a través del entretenimiento, el ocio y la cultura de masas, hoy la televisión, con la manipulación informativa o toda la programación rosa, del corazón, que nos hace entretenernos con problemas que no son los nuestros, a las redes sociales, donde por cierto ofrecemos todos nuestros datos, toda nuestra vida, hasta la cibervigilancia, y la videovigilancia que crece en todo el mundo.



Pero también otras novedosas e inquietantes, gracias a la inteligencia artificial y la neurotecnología, que buscaría introducirse en nuestras mentes hasta conseguir el cononocimiento y control total de nuestro pensamiento, lo que permitiría con técnicas invasivas y armas en desarrollo, a través de programas como el DARPA, de microchip o nanotecnología a microondas, armas sónicas y electromagnéticas y otras, lograr acabar con el ser humano tal como lo hemos entendido hasta ahora, un ser reflexivo, con pensamiento propio, aparte de enfrentarse a los países rivales. En la sociedad mental que se aproxima, a través de experimentos y desarrollos tecnológicos fundamentalmente militares, luego aplicados al mundo civil, el hombre y la mujer no pensarían, sino que serían pensados . ¿No estamos cada vez más cerca de eso?.

Detrás de todo, para mí, se encuentra una guerra lenta, en general silenciosa, no declarada oficialmente contra la sociedad, los don nadie. Algunos hablarían, usando un concepto en desuso, que generaría rechazo, pero que no dejaría si somos sinceros de tener mucho de real, de guerra de clases. Si bien una guerra de clases más compleja que aquella de la burguesía y el proletariado, pues no es una mera guerra por motivos económicos, de explotación, sino de dominación absoluta de las conductas y el pensamiento humano. Una pequeña minoría que conseguiría todas las ventajas del desarrollo de las neurociencias, aumento de la inteligencia, entre otras aspectos que sobrepasan los monetarios-que están incluidos, pero son solo una pequeña parte, pues lo esencial es la voluntad de poder- y una mayoría que como en la novela Un mundo feliz estaría destinada a vivir la vida que otros determinen, y hasta que éstos determinen, y a pensar como los dirigentes quieran.

Dicha guerra de clases está siendo ganada por las autoridades por goleada, pues no hay más que ver el seguidismo, por no hablar del amor y entusiasmo que genera el sistema entre la casi totalidad de los dominados, compradores de todos los productos y modas de todo tipo que éstos generan, que además consideran, hoy, en su casi totalidad, la imposibilidad de construir otra cosa. Todo es una utopía, menos la monstruosidad, evidente o velada, en la que habitamos.

Eso sí, permanece el conflicto entre potencias y la imposibilidad de saber hasta donde permitirá llegar el progreso totalitario de esa parte nefasta de las tecnociencias, que tiene sin duda otra parte positiva, aquella que puede ayudar a mejorar o curar trastornos neurológicos.

Un libro sin duda muy ameno, quizá, por ponerle un pero, excesivamente largo, pero que recomiendo vivamente a todos porque sitúa en el centro el problema y peligro fundamental que afrontamos como humanidad, como especie, como individuos. El de nuestro progresivo y silente fin.



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