lunes, 7 de abril de 2014

Reflexiones sobre el fracaso del anarquismo


 Normalmente, cuando se habla del fracaso de las ideologías decimonónicas se suele mencionar, con toda la razón, al marxismo, que en el siglo XX dio lugar al surgimiento de una serie de Estados totalitarios ,policiales, militaristas y, paradojas del destino, radicalmente antiobreros, no pudiendo éstos organizar libremente sindicatos, ni huelgas.

De aquel viejo lema de la ya olvidada Primera Internacional: “La emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos o no es”, al parecer lema ideado por el propio Marx nada o casi nada quedó en el Siglo XX y en sus socialistas de antaño y de ahora: en la realidad el socialismo se dividió entre un paternalismo asistencialista, tipo socialdemócrata, que hoy por hoy es el defendido en la práctica por todo el izquierdismo y los nuevos movimientos sociales, con su retórica ya antisistema, ya regeneradora de la democracia, y los autoritarios que dejaron millones de muertos y sociedades y economías destruidas.

No obstante hubo una rama del socialismo que acabó enfrentada a Marx y sus seguidores, los anarquistas o socialistas libertarios que, si bien no triunfaron en ningún país, y por tanto no tuvieron que ver cómo se derrumbaba sus sistema, como los comunistas, es de justicia reconocer su fracaso , por diferentes razones.

Uno de sus pensadores, Mercier Vega, hoy totalmente olvidado pero en nuestra opinión una de las mentes más lúcidas que dio el anarquismo del siglo anterior, consideraba que fue la creación de grandes industrias, de grandes fábricas, lo que propició su declive, al perder progresivamente el trabajador el dominio de su obra, convirtiéndose en un sirviente de las máquinas que manejaba, dentro de un sistema crecientemente jerarquizado con una creciente división del trabajo. Esto provocó que fueran abandonando su antiguo ideal de conquistar y organizar la producción por ellos mismos para pasar a conformarse con reclamar mejoras y buscar protección en partidos y sindicatos defensores del socialismo de Estado.

No obstante, aunque la visión de Mercier es muy interesante y creemos que parcialmente cierta, pasa por alto un elemento también clave, que es el humano.

Con raíces desde las sociedades primitivas, donde como muy bien decía el malogrado antropólogo Pierre Clastres en alguno de sus textos, el poder no estaba separado de la sociedad, no existiendo Estado ni patronos que impusieran su poder al resto, hasta filósofos clásicos de diferentes escuelas, como Zenon de Citium, fundador del estoicismo, a los cínicos, defensores o cercanos a una visión de la sociedad como individuos autogobernados por su conciencia moral, pasando por el primer cristianismo, defensor de un gobierno de asambleas y de la propiedad común, hasta acabar con diferentes sectas religiosas posteriores y por supuesto la ciudad libre medieval y el Concejo Abierto, podemos decir que el anarquismo moderno es la cristalización teórica de todas esas tradiciones, si bien con cambios nada desdeñables.

Siendo el ideal de autogobierno o autonomía individual y colectiva uno de los más elevados, requiere, por lógica, de seguidores que busquen estar al mismo nivel que aquel.

Y es en este punto humano donde estriba una de las causas del fracaso del ideal libertario, el más cercano, cierto, a nuestro pensamiento, aunque los tolstoianos, como servidor, siempre nos hemos sentido como familiares lejanos, mal vistos por parte del grueso anarquista y a su vez con un sentimiento de incomodidad y alejamiento respecto al movimiento libertario .

Es verdad que del anarquismo se tiene una idea parcialmente injusta, al presentarlo como caos, destrucción y violencia. Pero, ya digo, es sólo parcialmente injusto. Tan parcialmente injusto como las leyendas blancas presentadas por sus miembros o simpatizantes especialmente referidas a sus años gloriosos como los de los años 30 y la revolución social.

Y es que dentro del anarquismo y/o anarcosindicalismo no faltaron los terroristas, los atracadores, los fanáticos y los asesinos en la triste guerra civil .

En la labor positiva de los viejos libertarios, o de parte de ellos, cabe citar su amor por la cultura y todo el desarrollo de ateneos, escuelas libres… Eran autodidactas que se esforzaban por aprender, por cultivarse, por desarrollar un pensamiento propio frente al culto a los intelectuales, a los que buscan siempre nombres de fama y éxito por temor a pensar libremente.
Otro aspecto positivo fue su fuerte solidaridad, su pureza, que les llevaba a rechazar los cargos remunerados, el burocratismo y el dirigismo y a verse como iguales entre los trabajadores, no como vanguardia, al estilo de los marxistas.

Pero, como hemos dicho antes, esos aspectos positivos estaban entreverados con lo negativo que ya hemos citado anteriormente: el amor a la violencia de un sector de ellos. Y es que un sentido de la rebeldía y la justicia exacerbado, no equilibrado con un fuerte humanismo, puede acabar impulsando personas no justas, sino justicieras, con todo lo que ello implica.  

De ahí la presencia de personalidades psicopáticas en las filas libertarias a lo largo de toda su historia.

Actualmente, el anarquismo es un caserón semiabandonado, roto por las divisiones entre ortodoxos y reformistas, plagado, para cualquier observador objetivo que haya seguido o participado en algunos de sus foros, de discusiones continuas, de odios, de debates estériles, de cinismo,de amor a la violencia, de  escasa moral, de espíritu constructivo y creativo casi nulo, de egocéntricos…

Siguen existiendo, cierto, anarquistas conscientes, que reconocen la importancia de tener una moral elevada, viejas siglas que han resistido la tentación de dejarse absorber por el sistema, si bien su pureza, en ocasiones, ha degenerado y a veces degenera en sectarismo, en condenar organizaciones hermanas a las que acusa de traidores, en vez de dedicarse a impulsar sus ideas y su organización.

Por todo esto creemos que podemos decir, con objetividad, que el anarquismo, ha fracasado. Que frente a viejas sociedades primitivas  o medievales que podemos calificar, aunque no usaran el término, de autogestionarias o cercanas a una organización social de estas características, que se mantuvieron largos años e incluso siglos, el movimiento anarquista, como movimiento con influencia social apenas se mantuvo, a lo sumo, unos decenios.

Sin embargo el principio de autogestión es esencial mantenerlo, pues es el único que puede ejercer de contrapeso en un mundo cada vez más deshumanizado, sin ideales profundos, sin sueños de una nueva sociedad, donde todo se reduce a pequeñas luchas por lograr mantener el viejo estado de bienestar, o algo de él, es decir por volver a un capitalismo de bienestar.

Por tanto, desde una postura realista pero a la vez rechazando tirar la toalla hace  tiempo que llegamos a la conclusión de la necesidad de que, poco a poco, el ideal de una sociedad autogestionada pase a nuevas manos. Manos y mentes que tengan en cuenta que es imposible lograr un sistema autogestionado sin un apego a una moral elevada, al bien, al servicio, a la construcción frente a la destrucción, al amor frente al odio, a la no violencia frente a la violencia, al cambio interior como antesala al cambio social.

Una fuerza antisistema seria debe ser consciente de que sólo podría vencer al sistema siendo mejor que éste, no una copia, o algo peor. No es difícil pensar en lo que sucedería si el mundo anarquista de hoy impulsara un hipotético cambio social.

El anarquismo es, pues, una tierra infértil para lograr algo positivo, aunque en su seno exista una minoría válida.

No hay que tener miedo en reconocer que hay que empezar de cero en la reconstrucción de un movimiento político que tenga el autogobierno popular, o sea, la verdadera democracia, como bandera.


2 comentarios:

  1. "No obstante hubo una rama del socialismo que acabó enfrentada a Marx y sus seguidores, los anarquistas o socialistas libertarios que, si bien no triunfaron en ningún país, y por tanto no tuvieron que ver cómo se derrumbaba sus sistema, como los comunistas, es de justicia reconocer su fracaso , por diferentes razones."

    ¿Y en que universo paralelo dice usted que habita?
    Así que una rama del socialismo, y violentos durante la guerra, si es que donde se ponga la social-democracia ¿o es el nazional-socialismo lo que se esconde detrás de tanta gilipollez?
    El anarquismo no persigue sustituir al estado ni al poder, persigue eliminarlo y crear una sociedad libre de explotación y horizontal; Mire ustezz como cambia así la cosa.
    Una sociedad sin explotadores es una sociedad por extensión, sin explotados y ha existido en periodos muy cortos, pero no por problemas de la propia sociedad creada, sino por la intromisión de los demás países que no consienten que algo así exista más que de forma simbólica.
    Que ha desaparecido, JA! que más quisierais, aunque por supuesto en eso si tiene razón, para formar una sociedad digna, hace falta gente digna, una reconstrucción del ser humano degradado y destruido por el estado del "bienestar" y la sociedad industrial de consumo, que deben ser rechazados y abandonados.
    ¿Y todo esto con la no violencia, paz amor y florecitas? -Pues no, a base de sangre, como todo lo que suponga una liberación para los esclavos, algo que el poder no va a consentir jamás, así que no seamos mojigatos y llamemos a quien debe estar dispuesto a morir y por supuesto matar por SU libertad y la de los suyos "terrorista" o "violento" que no cuela cuando eres a víctima.
    ¿Nos dejamos salvar por... por qué Mesías nos tenemos q1ue dejar llevar al paraíso social- demócrata?

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  2. Vayamos por parte. El anarquismo formó parte de la Primera Internacional, y es por tanto una rama del socialismo que difiere de las otras porque propugna la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y también del Estado. Por eso se le llama también socialismo libertario o comunismo libertario-caso diferente es el de la rama individualista, que quizá no pueda ser socialista-. Defiende la desaparición del Estado por la asociación voluntaria, organizada de abajo arriba. Por otra parte no digo que haya desaparecido, digo que su influencia es mínima, y que por tanto eso merece una reflexión .Lo de la violencia, una cosa es la autodefensa y otra defender el hacer correr la sangre., son cosas distintas.
    Y aunque no lo menciono en el blog, mis simpatías están, hoy con la Cooperativa Integral Catalana, que es, precisamente una Organización autogestionaria constructiva, alejado de esa mentalidad sanguinaria y destructiva que tanto os gusta a un sector de los anarquistas, y que ha llevado al anarquismo a su cuasi desaparición

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