viernes, 6 de diciembre de 2024

El hermano de Asís

 He tenido la ocasión de leer un magnífico, bello y poético libro de un sacerdote fallecido tiempo atrás, Ignacio Larrañaga ,titulado El hermano de Asís.

Dicho texto nos sumerge en la vida del famoso santo, comenzando por una juventud en la que era muy aficionado a las juergas y diversiones, siendo una persona muy expansiva y con numerosos amigos de correría. Llegó a estar preso por sumarse a una rebelión de gentes modestas contra la opresión de la nobleza. También estuvo a punto de sumarse a una cruzada en defensa del Papa, y cuando ya se encaminaba para batallar un sueño le hizo darse la vuelta y cambiar.

El Señor le pedía otra vida por lo que volvió a Asís, y decidió que su existencia posterior iba a ser vivir como vivió Jesucristo, en la pobreza, en la más absoluta modestia, imitando al crucificado, llevando el estandarte del amor y la paz por el mundo, predicando con el ejemplo. Tal decisión provocó un fuerte rechazo inicial en su familia, especialmente con su padre, que nunca entendió la transformación de su hijo, del que esperaba que llevara una vida de éxitos. Quien sí acabó por comprenderle fue la madre, mujer de fe firme , que terminó por darle su apoyo y su bendición en su camino.

Tras unos inicios difíciles, con el rechazo y las burlas de muchas gentes, fue conquistando con su estilo de vida tan diferente y su sencillez discursiva numerosos seguidores que, como él, recorrían sin llevar nada encima los caminos del mundo, esperando la protección y la gracia divina, durmiendo en cualquier lugar y mendigando al principio, hasta que decidieron trabajar con sus manos en sus vidas errantes y pedir solo en circunstancias especiales.



Por su trabajo no pedían dinero, sino alimentos, fundamentalmente . En el libro aparece una mujer que quiso imitar su ejemplo de vida, levantando la bandera de la Dama Pobreza, Clara, fundadora de las clarisas, amiga de Francisco hasta la muerte de este.

Sin embargo como todo en la vida, el éxito de afluencia en las filas franciscanas supuso la aparición de intelectuales y otros hermanos que juzgaban excesivamente dura la forma de vida de la comunidad, pues consideraban que la inmensa mayoría de la gente no podía alcanzar una existencia tan elevada y difícil, de seres errantes que predicaban con sus vidas tan expuestas por el mundo; personas que quisieron y lograron, en parte, hacer cambios en la Orden, con el rechazo y enfado de San Francisco de Asís.

En el libro vemos reflejado su amor por toda la creación desde los seres vivos a incluso las rocas y la materia no orgánica, destacando su amor hacia las aves, a las que envidiaba.

En resumen un libro embriagador de un personaje diferente que debería ser inspirador de la Iglesia, pues marcó el camino más auténtico del cristianismo, un cristianismo que si quiere revivir y alzar el vuelo frente a la decadencia que padece y que puede terminar con su fin, debe seguir los pasos de Jesús de Nazaret, como entendió el Hermano de Asís y en fechas más recientes otra figura clave para el hipotético despertar de la iglesia-vuelta a ser lo que siempre debió ser, Asamblea de fieles-Charles de Foucauld.

Ojalá alguna vez un grupo de jóvenes se arme del valor que procura una fe profunda y auténtica y se lancen como Francisco por los caminos del Señor, glorificando a la creación, viviendo la vida de Jesús de Nazaret, un a vida de desnudez e impotencia pero de verdadera libertad  y de dar la espalda a las ideas mundanas y tramposas de gloria, éxito y triunfo.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Reflexiones sobre el triunfo de Trump

 Recientemente, como de todos es sabido, hemos asistido al nuevo triunfo de Donald Trump. La incredulidad por su victoria por amplísima mayoría es grande. Había muchas ilusiones en que la candidata demócrata, Kamala Harris, pudiera imponerse, o al menos el resultado fuera ajustado, lo que no ha sido así. 

El éxito del candidato republicano debe valorarse como el declive, por un lado, de las llamadas fuerzas progresistas o de izquierdas, cuyos  discursos de apoyo a las minorías raciales y sexuales, al feminismo institucional y otros valores del pensamiento woke-que ha olvidado la lucha de clases sin diferencias raciales o sexuales- están dejando de calar en el electorado, ya no sólo el masculino, el de los hombres blancos con empleos precarios  y situación marginal, que se sienten olvidados por su condición sexual y desprotegidos por los demócratas, sino por sectores crecientes del electorado femenino y sectores raciales de las llamadas minorías, que le están dando la espalda a esa especie de victimismo que no deja de ser un paternalismo, un proteccionismo de quienes, en el fondo, se consideran superiores.



El progresismo o izquierdismo está, hoy por hoy, en retroceso, también por supuesto por la hipocresía que se gastan, pues pese a su aparente pacifismo, es clara su defensa de la OTAN, su participación en guerras e invasiones, su defensa con la boca chica al imperialismo del Israel de Netanyahu , por ejemplo, genera un evidente descontento entre la población que no ve que en la práctica resuelvan ninguno de sus problemas.

Sin embargo esto no debe llevar a una posición de defensa de tales posturas. Ante la decadencia evidente del sistema mundo, los graves problemas de todo tipo que nos asolan, desde el económico al demográfico, al individual y social, con el aumento evidente del suicidio o los trastornos psicológicos y la ingesta de psicofármacos por el vacío existencial impulsado desde las alturas y que hemos aceptado, hasta los problemas ecológicos múltiples: sequías, inundaciones, desforestación, pérdida de acuíferos...parte de la población está comprando el discurso nacionalista e identitario.

Decepcionados por la globalización capitalista, que está volviendo a aumentar las desigualdades tras unas décadas de retroceso de la pobreza, vuelven sus esperanzas al Estado nación, al proteccionismo, o, en nuestro país, a los nacionalismos periféricos y sus mitos, como los Países Catalanes, sueño de los nacionalistas e independentistas de Cataluña, sin olvidarnos del ascenso del nacionalismo español con fuerzas como Vox.

Estamos viviendo, a nivel global, una situación que tiene similitudes-si bien no es idéntica- a los años veinte y treinta, incluyendo el clima prebélico de guerra mundial donde ya distintos países van advirtiendo a su población para que se vayan preparando para lo peor. Es decir se vuelve a poner sobre la mesa la salida nacionalista y/o patriótica, las banderas identitarias de lengua, "raza" y otras. 

Nuevamente no hemos aprendido de la historia. La mayoría de la población sigue aferrada a esperanzas , evadiéndose de la realidad histórica, en oligarquías locales, ese absurdo de que los amos de nuestra propia tierra van a ser más "majos", más "buenos", menos explotadores... Desconociendo la historia de que todo nacionalismo, patriotismo e independentismo, todo Estado nación existente o por crear es una forma de imperialismo, cuya meta es crear nuevos imperios, convertirse en potencia, expoliando y encuadrando, en primer lugar, a la población local.

No hemos sido capaces de reconstruir una nueva fuerza alternativa, revolucionaria, proletaria, en el sentido de reconocernos como objetos, como mercancías de usar y tirar, como piezas de recambio de una maquinaria infernal que nos engulle y tritura en el día a día. 

Y esta ceguera, este retorno al error nacionalista e identitario como falsa salida y liberación de la globalización capitalista, genera un panorama sombrío, un futuro oscuro, el de nuestra decadencia, el de nuestro colapso y caída como especie. Esperemos que aún se pueda revertir y que pueda alumbrar una opción alternativa internacionalista o universalista de nuevo cuño.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Nada

 Hasta el 22 de diciembre pueden disfrutar en el Teatro María Guerrero una magnífica adaptación de la novela de Carmen Laforet, Nada.

Una novela rompedora, la primera de una joven autora que ganó el Premio Nadal con dicha obra en 1945. La obra nos lleva a la Barcelona de 1939, pocos meses después de terminada la contienda fratricida. Una joven huérfana acude a casa de unos familiares en Barcelona, dispuesta a empezar a estudiar la carrera.

Pero lo que eran buenos recuerdos de infancia, con su abuela y sus tíos, truecan poco a poco en horror cuando asiste a una ola de gritos y enfrentamientos muy violentos constantemente.

Nada es un reflejo de una España destrozada y devorada por el cáncer devastador de la guerra civil, los odios, la represión, el fanatismo,  la muerte, la herida reciente, aún, como podemos ver, no del todo cicatrizada, del conflicto ente hermanos. La pieza disecciona ese país de hambre, de buscarse la vida sea como sea, de casas desvencijadas, heladoras en invierno, con poco que llevarse a la boca, asolada por el hambre, insalubres, sin apenas luz.



Nada disecciona también la otra España, la de la burguesía y la alta sociedad que mantiene su tren de vida, que vive en el lujo en comparación con la mayoría de ciudadanos del país . Vemos en escena, también el clasismo, que la obra no muestra como algo exclusivo de las élites económicas, sino también como un mal que afecta a quienes quieren pero no pueden, a quienes sin nada a lo que agarrarse viven de glorias pasadas, de familias que alguna vez fueron algo pera ya no son sino sombras pálidas de un pasado más luminoso.

Nada, pese al horror y la brutalidad descarnada que muestra ofrece pequeños rayos de esperanza, como la amistad, la camaradería con los compañeros y compañeras de estudios, esa juventud que se aferra a sueños pese al entorno turbio y mojigato de la España nacionalcatólica de Franco y los ganadores.

En fin una obra extraordinaria, que pese a durar tres horas no se hace pesada y que desde este humilde blog recomendamos.

lunes, 28 de octubre de 2024

Errejón, las purgas neocomunistas y el ocaso del feminismo patriarcal, institucional y capitalista

 No tenía intención inicialmente de hacer comentarios sobre el caso Errejón, entre otras cosas porque como argumentaba una amiga en una comida con amigos la televisión de los últimos años se centra en explotar una noticia hasta que quede exangüe, el tiempo que haga falta, mareando la perdiz y generando hastío entre el público que sigue las noticias y los debates de politiquería, o política basura, frente a los debates de altura que se dieron hasta los años noventa, especialmente en la inolvidable La clave.

Sin embargo, como es costumbre, en la televisión espectáculo del hoy no se comenta  lo que hay realmente detrás del caso, que por cierto sirve para mostrar la realidad de los grupos políticos más serviles a las ideologías de moda lanzadas por las instituciones con la intención de generar una nueva ortodoxia, un encuadramiento general de la sociedad, quedando cualquier discrepante, cualquier heterodoxo, señalado como sospechoso de derechista o ultraderechista.

Lo primero de todo tengo que decir que no me gusta nada que se usen las redes sociales como campo de denuncia a través del cual poder linchar a cualquier persona, independientemente de lo que pensemos de ella, compartamos o no sus ideas. Para denunciar comportamientos delictivos o presuntamente delictivos hay otros medios.

Tampoco me parece de interés las aficiones sexuales de la gente, que es un asunto privado de cada cual y la pareja de turno .



En el caso Errejón hay para mí otros asuntos clave. Primero es quién se hace oídos de los comportamientos de este y lo lanza a las redes: se trata de Cristina Fallarás, periodista afín a Podemos, y por tanto un partido enfrentado a Sumar y a Íñigo Errejón, a su vez uno de los antiguos fundadores de Podemos.

Aquí tenemos actualizadas las luchas y purgas entre familias comunistas-de tiempos estalinianos-, si bien en vez de usar pistolas, gulags, pelotones de ejecución y piolets, ahora se usa un método igual de cruel aunque no sanguinario: las mencionadas redes sociales para debilitar y si se puede liquidar al partido teóricamente hermano pero en la práctica rival en lucha a vida y muerte por los asientos parlamentarios, por el poder y el dinero.

Con independencia de si Íñigo Errejón es culpable o no de la única denuncia hasta la fecha, de lo que se encargará la justicia, no los comentarios en redes, vemos como Podemos y sus derivados de la familia llamémosle  neocomunista-adaptada a los tiempos recientes- predominan los machos alfa, hombres que abrazan el discurso feminista institucional, llegando a entrometerse en la libertad sexual, cual obispos laicos en lo que hombres y mujeres hacen en la cama, con la famosa Ley del solo Sí es Sí.

Hombres tan hipócritas como oportunistas, lanzados en su momento por el sistema-sin que sepamos aun claramente que instituciones u organismos lo hicieron, aparte de las televisiones-, al que interesaba tener una fuerza que hiciera bandera del feminismo patriarcal, capitalista y estatal, un fasciofeminismo que hiciera creer a las mujeres que las instituciones estatales y capitalistas eran sus protectoras, que sin ellas no eran nada, no podían protegerse de los hombres, sus enemigos potenciales, sospechosos siempre de violadores.

Es posible que algunos o muchos de estos hombres, en realidad, despreciaran a las mujeres, no fueran más que meras muñecas sexuales para ellos, pero también es posible, lo que no se dice, que muchas mujeres se arrimaran a ellos atraídas por el brillo de la fama, el falso prestigio, el dinero y el poder. Y que muchas, o algunas, lo que buscaran fuera medrar acostándose con ellos .

¿Un juego, en realidad, de violadores y prostitutas?. Suena muy fuerte, pero quizás haya mucho de eso.

El caso Errejón puede, deseo,  suponer el ocaso del neofeminismo patriarcal y capitalista que pretende triturar a todos, hombres y mujeres en un sistema económico y asalariado cada vez más endurecido porque más en crisis. Uno espera, quiere creer, que muchos hombres y mujeres que se han creído de buena fe las ideas lanzadas con intención por el sistema despierten.

Pero mientras reflexiono y escribo, me entra una duda: igual que fue lanzado Podemos,  ¿lanzará el sistema, una vez agotado este y sus marcas blancas y escisiones varias, otras opciones políticas, ahora de la ultraderecha?. Y, ¿volverá a picar un porcentaje no desdeñable de la población, una vez decepcionados con las izquierdas, con las ideas de extrema derecha?. ¿O sabrá levantar una opción antisistémica clara y autónoma tras décadas de muerte en vida?

El futuro dirá, yo no me atrevo a hacer predicciones. Quisiera la segunda, pero...

sábado, 5 de octubre de 2024

La virgen roja

 Hoy toca recomendar una película magnífica tanto en su recreación estética, como en la recreación del entorno y del ambiente social, familiar, político, ético e individual de la época, los años treinta.

La virgen roja nos sumerge en una historia hace mucho olvidada, la vida y muerte de Hildegart Rodríguez, una joven que despuntó como estrella fugaz en los comienzos de los años treinta, escribiendo numerosos artículos y ensayos sobre sexualidad femenina, dentro de un incipiente régimen como todos sabemos fallido por múltiples circunstancias, tanto internas como externas: la II República.

El film nos lleva a la vida y peripecias de una familia peculiar, la constituida por dos mujeres. Aurora, la madre soltera, una fémina con ansias de libertad absoluta, de no dejarse dominar ni dirigir por ningún hombre, y que renuncia a todo por un proyecto, para algunos loco, para otros sumamente ambicioso: traer una persona al mundo para convertirla en un ser perfecto, alguien destinado a transformar la sociedad, la realidad.

Aquí aparece Hildegart, que desde pequeña es instruida en todo tipo de artes, deportes  y saberes, con el objetivo de convertirla en una mente prodigiosa, una superdotada, libre de atadura, la primera mujer realmente libre que ejerciera tal magnetismo sobre la sociedad de su época que impulsara su transformación.



Pero este proyecto de ingeniería social desplegado sobre una chica sensible, con sus debilidades y sus necesidades de vivir la vida real ,por encima del mero intelecto, de la frialdad de una vida reglada en toda su extensión, en todas sus actividades diarias, comienza a agrietarse.

Hildegart, pese a los esfuerzos de su madre Aurora por aislarla de lo emocional, con gran esfuerzo por romper los barrotes de la jaula de cristal generada por Aurora, brillantemente representada tanto en su sueño tiránico delirante, como en su oscura y brillante en el sentido intelectual del término personalidad, por la actriz Najwa Nimri, comienza a rebelarse.

Descubre la atracción y el deseo por un joven socialista inquieto, admirador de ambas figuras, con ganas de crecer intelectualmente a la vez que con ideales críticos de cambio, los suficientes para empezar a bascular del socialismo a la acracia, como Hildegart, siempre descontenta con lo que le rodea pese a su corta edad.

También vislumbra un mundo duro, a veces cruel, que acaba por romper ,como un espejo estampado contra el suelo o la pared, fragmentado en miles de pedazos, su educación ultrarracionalista y mental, basada en la independencia total y en el rechazo a los hombres, vistos por su madre como una amenaza, un peligro, un mal.

La Virgen Roja muestras las enormes contradicciones de quien o quienes hablando de la libertad, fraguan una sociedad, o unas vidas individuales sometidas a la más abyecta dictadura. Y es doblemente interesante por cuanto Hildegart descubre como la madre, en realidad lo que busca es el divide y vencerás.

En nombre de un feminismo , el de Aurora, que curiosamente tiene mucho o todo que ver con el que se pretende imponer desde hace dos décadas- desde Zapatero y la Ley de Violencia de Género-, un feminismo institucional y capitalista que pretende mujeres enfrentadas a los hombres, que sean vistos con resquemor y precaución por ellas, incluso como violadores y maltratadores potenciales, y cuyo objetivo final es convertir a las mujeres en amantes de la esclavitud asalariada, meras productoras y consumidoras que se fatiguen en la competencia y en sacar adelante un sistema económico que va cayendo.

En este sentido la película muestra a la madre de Hildegart como una ingeniera social, precursora de lo que ha llegado no hace mucho, si bien aún a nivel familiar. Y vemos a la hija como una rebelde ante ese pensamiento, esa educación nefasta, esa falsa libertad que esconde un totalitarismo, la de los totalitarismos que buscaban crear hombres y mujeres nuevos, perfectos, que eliminen sus sentimientos y deseos individuales, sus pasiones personales, por su sumisión, su absorción, por la colectividad, el bien común, que en realidad siempre acaba siendo el bien de una minoría, la de los intelectuales que creen que el saber teórico es lo esencial, no el práctico, y que usan esos saberes-respetables y necesarios- para auparse sobre los trabajadores, sobre el proletariado, y dirigirlo con mano férrea.

La virgen roja es una película muy dura, cierto, pero toca temas muy de actualidad y en ese sentido es un film que desde aquí recomendamos, porque muchas cosas que se debatían entonces se sigue discutiendo ahora, o bien sería necesario retomar, como la necesidad de repensar  un pensamiento subversivo que se enfrente al horror imperante y el que se avecina.

Pero un pensamiento rebelde que, como dijo la malograda Hildegart, una revolución y amor. Pues sin amor, sin sentimientos, toda revolución perecerá en las garras de lo inhumano. En su breve vida, Hildegart apuntó alto y resultó una visionaria y alguien que, desde el otro lado, aunque ahora sea una figura fantasmal, como se dice al final de la película nos alienta a no dejar de lado lo emocional, lo amoroso.

Desde este humilde blog se agradece al director del film el que haya rescatado del subsuelo del olvido una figura como Hildegart, La virgen roja, apelativo, por cierto, que también recibió una mujer que, como ella, murió joven y que, aunque más reconocida, todavía no lo ha sido lo suficiente: Simone Weil. 

Dos figuras femeninas que vivieron la verdadera igualdad: la libertad, el hacer lo que les salía del coño-Hildegart sólo de manera incipiente- pero junto a los hombres, nunca contra ellos, nunca cayendo en el nuevo neomachismo paternalista que venden las izquierdas actuales, la que las victimiza y las convierte en seres inferiores a proteger por las autoridades, menores de edad perpetuas.


viernes, 13 de septiembre de 2024

El 47

 Hoy quisiera recomendarles una gran película en su sencillez, valores, sensibilidad y humanidad, El 47.

Se trata de un film que recrea una porción de la historia hoy muy olvidada: la de los hombres y mujeres de los años 50, 60 y 70, procedentes de los campos de España que por diversos motivos, políticos, sueños de mejora, rechazo a los terratenientes y un largo etcétera, abandonaron sus pueblos para acudir a las grandes ciudades.

Hombres y mujeres que levantaron sus barrios con sus propias manos, siempre bajo el acoso de la policía del franquismo y que llevaron consigo viejos ideales, viejos valores, formas solidarias y comunales de existir, de convivir, por supuesto con sus conflictos, sus enfrentamientos, pues la naturaleza humana es luz y sombra, bien y mal.

El 47 narra la peripecia vital de Manolo Vital, su familia y su entorno, una serie de persona llegadas de Extremadura, Andalucía y Levante a la Barcelona de finales de los años cincuenta, levantando su barriada Torré Baró con ilusión, lucha y esfuerzo.

Manolo Vital fue un personaje real, fallecido en 2010,  conductor de autobuses durante décadas de la citada línea, con una hija a cuestas y una existencia marcada por la herida profunda de un padre ejecutado por falangistas al comienzo de la horrible guerra incivil.



Hombre comprometido, combativo y altruísta, si bien con los años partidario del actuar con cabeza, con moderación, en un momento dado, comprendiendo que  la lucha a través de las instituciones, el acudir en su socorro nada lograba para obtener una vida digna, con servicios públicos decentes para su barriada, logra la gesta, mediante lo que antaño se llamó acción directa-hoy un concepto perdido en una sociedad de muertos vivientes, crédulos seguidores de lo que dicten nuestras autoridades en todos los ámbitos vitales-, de transformar las cosas.

El 47 trae al hoy apagado y moribundo la lucha de clases, desde una óptica descreída de la política de altura, de los partidos, de los ayuntamientos e instituciones, una lucha de clases de base, sostenida en valores elevados de convivencialidad, esfuerzo y preocupación por el vecino, por el prójimo. En una palabra de verdadero apoyo mutuo.

Ese es, para mí, el gran éxito de la película, su impulso silencioso a percibir la vida, nuestras vidas, desde otras perspectivas, en un presente donde parece haberse borrado toda conciencia de clase real, todo sector proletario rebelde, así como toda juventud contestataria, reinando un sistema tan espantoso como sibilino en dicho espanto sobre nuestras cabezas, sentimientos y cuerpos.

Para terminar decir, que, las pocas personas presentes en la sala, por desgracia, aplaudimos al terminar de verla, cosa inhabitual, y que muestra como su director, sus actores, logran llegar al corazón del cinéfilo.

Toda una proeza que, esperemos, sea pistoletazo de salida para poder ver más cine como El 47.

martes, 3 de septiembre de 2024

¿En qué consiste mi fe espiritual?

 Tengo que reconocer que a lo largo de mi existencia he pasado por diversas fases en lo que refiere a creer o dejar de creer en la vida después de esta vida, en el mundo espiritual, en la posible existencia de una divinidad o de una conciencia cósmica.

En mi infancia, a los diez años, más por llevar la contraria a mi entorno y a mi escuela religiosa opté por el ateísmo. Era este un ateísmo más basado en el rechazo a una fe, a unos creyentes que en mi opinión vivían ajenos a las enseñanzas del Evangelio, y creían fervientemente en la sociedad de clases, en que unos estuvieran por encima de otros, en la explotación del hombre por el hombre y en que el trabajo manual era inferior al llamado pomposamente trabajo intelectual-concepto vaporoso-, o bien en la titulación universitaria.

Sin embargo desde muy crío, seis o siete años, tuve un gran interés por las llamadas ciencias ocultas, desde el irresuelto enigma OVNI, al mundo de los fantasma y la posible existencia del alma .En realidad esta afición, que con subidas y bajadas que  me ha acompañado el resto de mi vida, implica muchas cosas, pero no un ateísmo firme y radical.

A los dieciséis años pasé a definirme cristiano a secas-a la vez que me adscribí al anarquismo, paradójicamente-, no católico ni protestantes, para en épocas posteriores perder interés por ese tema y perder el tiempo-ahora lo veo así, pero bueno-, en el tema ideológico, en las lecturas de textos revolucionarios, especialmente del mundo libertario, si bien con incursiones en figuras como Simone Weil.

Pero hace unos años, sin perder mi talante crítico ante la realidad, las inquietudes espirituales iniciaron en mi interior un llamado muy fuerte. Comprendí que ninguna ideología puede llenar el vacío de unas vidas dedicadas a servir a un sistema monstruoso, transformados en piezas recambio, en esclavos de la cuna a la tumba. Que el materialismo ateo, aun en su forma marxista o ácrata nunca podría lograr que saliéramos de la obscuridad de la caverna platónica en que vagamos hasta la muerte, conformándonos con jirones de vida, una mejora salarial por aquí, un viaje por allá, una diversión por acullá.

Si sólo somos materia, acabaríamos triturados, convertidos en esas máquinas., en esos entes tecnológicos que tanto nos entusiasman. En seres de muy corto vuelo, destinados a un fin trágico, a nuestra extinción.

Lecturas cosmológicas me hicieron comprender que el Cosmos difícilmente es fruto del azar, que las probabilidades de que haya surgido un Universo con las constantes cosmológicas adecuadas para que exista vida es infinitesimal, algo así como que te tocara la lotería todos los días de tu vida.

Comprendí que nuestros sentidos sólo perciben una parte minúscula de la realidad, que hay mucho más que no percibimos, todo un mundo espiritual. Ahí inicie un camino espiritual sin miedos, sin complejos.

Pero es un camino espiritual al que ninguna religión ofrece respuestas. Jamás tuve la menor simpatía por la Iglesia católica, más allá por supuesto de creyentes y sacerdotes bienintencionados con los que he tenido y tengo la suerte de convivir o encontrarme en mi caminar. El solo hecho de ver una cúpula vestida con ropajes extravagantes y llevar colgados crucifijos gigantes de oro o plata me parece vivir de espaldas a Jesús de Nazaret, es no entender seriamente su vida, sus enseñanzas. Sin embargo, nueva paradoja, siempre he encontrado en las Iglesias, cuando no hay misas y reina el silencio un refugio, un lugar de serenidad y paz, así como en mi contacto breve con la vida monacal, quizá porque mi alma es un alma contemplativa, de un cristianismo natural que no ha podido desarrollarse por considerar a la Iglesia como institución mayormente acristiana cuando no anticristiana.

En un momento dado decidí decir decir adiós a las ideologías políticas que me habían conformado, especialmente el anarquismo y algo del marxismo crítico o consejista, aceptando su muerte y entierro, reconociendo, que, pese a todo, en ellos hubo una búsqueda auténtica de los males sociales que nos aquejan, una búsqueda de las raíces del mal que posteriormente no ha vuelto a resurgir; sin renegar de la búsqueda de una sociedad lo menos alienada y opresiva posible.

Sumergido en una crisis interna que ha sido permanente y dolorosísima a lo largo de mi vida abracé la necesidad de una fe espiritual, de un apoyarme en Dios en mi vida, de pedirle socorro y comprendí que tenía que sumergirme en mis abismos interiores, mis terrores, y afrontarlos para si no solventarlos, poder llevar una Vida, aceptando que el punto de partida es la vida del espíritu, y desde ahí enfocar la vida material, pues llegué a la conclusión que una sociedad óptima es la que integra lo material y espiritual sin conflictos.

Ya sin anclajes ni ideológicos ni institucionales, con el apoyo eso sí de una serie de pensadores y pensadoras independientes y autónomos, no en todo equivalentes entre ellos,  desde los filósofos clásicos hasta Simone Weil, gran faro en mi vida, así como Jesús, Buda, Lao Tse y otros pocos afronté la tarea de construir un edificio espiritual heterodoxo.

Abracé la idea de que el mensaje de Jesús consistía en cristificar el mundo, la sociedad, es decir convertirnos en Cristos interiores, comprender que todos somos hijos de Dios, elevándonos moralmente y espiritualmente, lo que conllevaría de paso una mejora material de nuestras vidas, al vivir el amor, la hermandad como una realidad.

La sociedad del amor sería aquella que, sin banderas doctrinales, nos acercaría a una vida libre, aquella en la que los hombres no serían instrumentos, mercancías, piezas de recambio, medios para fines-acumular poder y capital-, sino fines en sí mismos, espejos de nosotros mismos, donde la función manual sería clave, pues es la que sostiene el mundo y nos da alimento y cobijo.

También necesitamos ver en los animales, plantas y hasta minerales-¿por qué no?- compañeros de existencia, seres sintientes y pensantes, dotados de razón, aun cuando quizá en un nivel algo menor, pero no por ellos dignos del máximo respeto, pues el espíritu divino late en ellos, como en todos los seres del Cosmos.

Este cristianismo natural, sostenido también en la oración, que ha ido ganando importancia a lo largo de mi vida-sin menoscabo de la acción consciente, fundamental-se ha nutrido de la necesidad de meditación que aporta más, por ejemplo, el budismo, así como la búsqueda de los viejos filósofos de una vida de sabiduría, entendida esta como una vida de bien, justicia, bondad y virtud.

Necesitamos una espiritualidad, pues sin ella, nuestra civilización nunca será tal, pues no olvidemos que las verdaderas civilizaciones siempre han intentado sostenerse en algunas ideas elevadas: la búsqueda de la belleza, de la verdad, de la justicia.

La nuestra no se sostiene en nada, si acaso en una tecnolatría difusa, que a nada conduce, sino al reino de la fealdad en que habitamos, y que si se desmorona, nada dejará para la posteridad, a lo sumo un puñado de obras literarias, cinematográficas, teatrales y casi nada más.



Incluso la tan cacareada democracia, que no pasa de ser más una ficción que realidad, pues para cualquier persona que se quiera despierta y consciente no somos más que esclavos de la cuna a la tumba, viviendo y sirviendo a las élites y clases gobernantes-con el anzuelo del voto, que en nada cambia nuestras vacías y míseras vidas y trabajando no  libremente para nosotros y nuestros hermanos de existencia, sino para los esclavistas- no es sostenible ni realizable sin una idea de bien común, justicia, búsqueda de verdad y libertad, libertad entendida no en su mero sentido hedonista, sino de no dominar a nadie, pues nadie es más que nadie en el Reino de Dios en la Tierra.

Es decir mi fe espiritual incluye una política y economía espiritual, imprescindibles  para que individual y socialmente la persona pueda desarrollar sus facultades espirituales, iniciar su camino en el espíritu.

En todo esto consiste mi fe espiritual, a través de un camino tortuoso, de idas y venidas, hasta comprender que en última instancia somos energía, que la conciencia perdurá, que esta vida es importante, pero también la otra, que es aún más auténtica, pues allí estaremos en presencia y contacto pleno con el amor de Dios, sin juzgarnos, sino entendiendo que  el caminar terrenal es una experiencia, una enseñanza, siempre sometida a los límites de la materia observable, pero necesaria para propósitos que sólo tras dejar esta vida comprenderemos con claridad luminosa.

Mi fe espiritual es soledad y compañía, es aislamiento y solidaridad, es libertad e igualdad, es tender una mano a Dios y otra al ser humano, es tener un pie en un país y otro en el resto del mundo y en el Universo, es, en una palabra, la unión de los opuestos, la trascendencia frente quienes quieren limitarnos a algo, bien a la materia bien al espíritu.

Mi fe espiritual es un camino, por tanto, de serenidad, de aceptación de las miserias , de abrazar a un Dios que es amor y que, por tanto, no nos juzga, sino que somos nosotros mismos quienes lo hacemos.

lunes, 12 de agosto de 2024

Ánima. La vida y la muerte del alma

 Hoy toca comentar un libro de Michel Onfray, un filósofo francés famoso en su tierra, adscrito a una corriente de pensamiento materialista hedonista, especialmente cercano a Epicuro y el epicureísmo.

Ánima es un recorrido por la historia del alma a través de los diferentes filósofos y pensadores a lo largo del tiempo, hasta fechas recientes, haciendo especialmente hincapié en el cristianismo y la figura de Jesús, que al contrario del libro citado en la anterior entrada del blog, considera una figura inventada, un mito sin existencia real.

Es especialmente crítico con San Pablo y la historia del cristianismo en general, a los que acusa de condenar la carne, lo carnal, el conocimiento a través de los sentidos materiales, siguiendo la esquela de Platón, figura de la que es claramente oponente, debido a su atracción desmesurada por las ideas abstractas frente a la experiencia real, frente a la materia.



Por sus páginas aparecen los ilustrados, los primeros críticos de la religión y los dogmas, los deísta, los primeros ateos, y, también, de manera crítica Descartes y el método cartesiano, con su visión del hombre como una máquina, precursor del transhumanismo, el proyecto de la última modernidad, en cuyas páginas finales desarrolla una crítica hacia dicho proyecto cuyo fin es digitalizar el alma, crear una posthumanidad, idea en la que coincido plenamente con el autor.

De sumo interés es su crítica de Rousseau, bajo cuyo aparente antiautoritarismo se esconde un partidario del autoritarismo y el adoctrinamiento de la infancia, así como su denuncia de la Revolución Francesa y el terror que desplegó, que el considera vinculado a su idea de hombre nuevo, idea que le parece el sostén de las ideas y prácticas opresivas, desde el hombre nuevo de san Pablo, al bolchevique, nazi o fascista.

Y aunque como he dicho al principio Michel Onfray es un ateo reconocido, me quedo con la duda, pues no me parece lo suficientemente claro en las páginas del texto, si la muerte del alma como ha sido considerada hasta ahora, no la considera en última instancia un mal ante el hombre máquina, ese ser desalmado y ya no humano que se vislumbra en el horizonte con el anzuelo de que vamos a tener superpoderes gracias a dichas tecnologías transhumanas, y se van a poder curar ciertas enfermedades o problemas, como la parálisis u otros.

Claro está que esto es solo una pequeña parte de dicho proyecto, pues la realidad para quien piense libre y críticamente, es que se considera el ser humano tal cual ha existido hasta ahora inferior, y aún problemático, capaz , aunque cada vez menos, de rebelarse y desviarse de lo que quieren las élites.

No obstante uno echa de menos en  Ánima un mayor desarrollo de este último tema, tema candente y de actualidad, aunque al parecer va a ser objeto de un mayor estudio en un libro futuro.

En fin, un texto interesante, con el que comparto la crítica al transhumanismo, si bien yo soy abiertamente creyente en la existencia del alma entendida como una continuidad de la conciencia separada del cuerpo físico-las ECM, especialmente aquellas en las que el hombre y mujer fallecido, sin latido del corazón y actividad cerebral, ve, escucha, siente y percibe todo lo que está a su alrededor e incluso más allá,  hasta ciegos de nacimiento, no existirían si la conciencia no se desplegara fuera del cuerpo, quizá por la actividad cuántica, como algunos científicos intuyen-.

Que esa conciencia sea eterna, reencarne o también desaparezca integrándose en el Todo, es asunto en el que no me defino claramente, aquí soy plenamente agnóstico de las tres opciones.

Así como también creo que hay que distinguir el cristianismo verdadero, el del Evangelio y los primeros cristianos, del falseado con posterioridad, especialmente tras la creación del nuevo cristianismo como religión oficial del Imperio, con su persecución de otros cristianismo discrepantes así como del paganismo.

Pero sea cual sean sus ideas y creencias, recomiendo el libro, y espero pacientemente un nuevo ensayo, este ya centrado en las propuestas y metas de aquellos y aquellas que buscan nuestra esclavitud absoluta, mientras nos distraen con otras problemáticas menores, para que nos desinteresemos y desentendamos del verdadero peligro que nos sobrevuela.

lunes, 29 de julio de 2024

La sabiduría y el significado profundo de las ensañanzas de Jesús de Nazaret

 Hoy quiero recomendar un interesante ensayo de Emilio Carrillo y Lola Rumi sobre la figura de Jesús de Nazaret. Su tesis es que Jesús de Nazaret no es ni un simple maestro, ni tampoco el creador de una religión, sino un evento, una figura, el Hijo de Dios-también llamado el Hijo del Hombre-, enviado para darnos la posibilidad, siempre desde el libre albedrío, de rescatarnos, de sacarnos de nuestro desvío, de nuestro olvido de nuestra esencia, para cristificar la tierra y a nosotros, sus habitantes y restaurar una humanidad que viva desde el espíritu.

El libro combina lo que conocemos de Jesús a través de los evangelios canónicos con un conocimiento de las distintas tradiciones espirituales y esotéricas, haciendo mención a las sucesivas humanidades que han vivido en nuestro planeta, con sus elementos conscienciales y evolutivos hasta llegar a la nuestra, que dará paso a otra humanidad nueva cuando llegue el momento.

Indudablemente el libro tiene elementos discutibles, desde el citado esoterismo, de la corriente teosófica y sus siete supuestas humanidades sucesivas-que no descarto, por supuesto-, hasta presentarnos a Cristo como vegetariano-algo inusual en la época, con la excepción de algunos filósofos como Pitágoras o su discípulo Apolonio de Tiana- o sostener que hubo dos Cristos, uno falleció pronto y traspasó su alma, su conciencia, al otro que sobrevivió.



De sumo interés es la parte final centrada en las profecías bíblicas y las del propio Jesús, pues según ambos autores ya estaríamos en los tiempos finales, los tiempos apocalípticos de la Gran Tribulación, inminente a la aparición del Anticristo, de las dos bestias y su reinado breve. La expansión de las guerras, el hambre, las pandemias, la expansión del mal, de la iniquidad entre nosotros mismos, daría pie a pensar, que la parusía ,los cortes, no están lejos, junto a las tragedias que deben darse para que dé a luz una nueva humanidad, el Reino de Dios en la Tierra, gracias a la ayuda de la divinidad, que evitará el triunfo de Satanás, nuestra perdición como especie-el transhumanismo juega aquí un papel esencial, como podemos observar-.

En fin un libro que me ha gustado mucho, si bien entiendo que en una fase histórica de materialismo rampante, de bajo vuelo, dicho libro tendrá muchos detractores, gentes que se nieguen incluso a hojearlo.

Pero en fin, yo reconozco que, hoy, tras una larga travesía en el desierto, he encontrado en la espiritualidad-que no en la religión-, un oasis, un abrevadero donde descansar contemplando el firmamento, resguardándome del horror en marcha, y de esa muerte en vida que es el citado materialismo cutre y agobiante.


domingo, 21 de julio de 2024

Reflexiones sobre el ascenso de la extrema derecha

 Desde hace unos años estamos asistiendo, en distintos países de la Unión Europea , al aumento en número de votos de fuerzas de ultraderecha o derechas nacionalpopulistas, si se prefiere, que con diferencias o discrepancias en algunos aspectos, fundamentalmente en relación al apoyo o rechazo a la Rusia de Putin, se aglutinan en torno a un discurso identitario, nacionalista o patriótico-en la práctica, que no en la teoría, han acabado siendo lo mismo-, antiinmigración, de defensa de la soberanía nacional y la población local, antiglobalista, habiendo sustituido a las izquierdas de los noventa en este último aspecto.

Antes de demonizar, necesitamos reflexionar sobre los motivos últimos de su ascenso. En mi opinión hay varios factores detrás, en primer lugar el fracaso o hartazgo de un sector creciente la población con el izquierdismo woke, y sus políticas identitarias de género y sexuales, con sus delirios como el seguidismo a la teoría queer, entre otros síntomas de claro agotamiento intelectual en las izquierdas, tanto moderadas como radicales o supuestamente alternativas.

Los trabajadores no pueden identificarse ya con tales políticas, sintiéndose olvidados y marginados por las fuerzas de izquierdas, especialmente la población blanca trabajadora, y en número creciente los jóvenes varones, con problemáticas silenciadas y desatendidas, como el fracaso escolar.

Este es un problema pero no hay que olvidar la desaparición casi total del pensamiento crítico y alternativo. La anteriormente citada clase obrera, desapareció totalmente como fuerza de cambio social, revolucionaria, en los ochenta, siendo los movimientos de autonomía obrera de los setenta su canto del cisne.

La economía se terciarizó, transformándose los esclavos asalariados en una supuesta clase media, sin más sueños que ganar más dinero y ascender en la escala social, es decir convirtiéndose en masa consumidora, educando a sus vástagos en las mismas ideas, estudiar para ser alguien en la vida, o sea hombre y mujer de provecho, lo que en la práctica es ser un apéndice de la megamáquina, sin entender que dichos apéndices podían hacerse prescindibles. 



Los viejos proyectos emancipadores se esfumaron, ocupando su lugar el sueño de una segunda residencia. La libertad acabó identificándose con el hedonismo, el disfrute, los viajes y poco más.

Y la igualdad con la retórica falaz del ciudadano libre e igual, como si el mero echo de votar nos hiciera libres e iguales, y la partitocracia fuera identificable con una democracia.

En medio de esta mentalidad llegó la crisis de 2008, que supuso un puñetazo a las quimeras burguesas y ciudadanistas, de masa consumista y feliz. Llegó la indignación, la rabia de los que se sentían traicionados porque suponían la existencia de un fantasmagórico pacto social: servidumbre a cambio de bienestar económico creciente.

Muertas las esperanzas revolucionarias, en parte por errores propios, todo sea dicho, una sociedad de consumidores cabreados solo podía apoyarse en lo peor de las tradiciones políticas a izquierda y derecha: el populismo, el viejo autoritarismo fascista o comunista si bien más templado, adecuado a las características del siglo XXI.

Primero pareció triunfar el populismo de izquierdas, con Podemos, Syriza y otros. Decepcionados sus votantes ante su inoperancia y su enriquecimiento, llegó la hora de agarrarse como última esperanza la derecha nacionalpopulista.

La idea de que el mal está en la globalización y nuestra defensa en las clases dirigentes y explotadoras locales, síntoma de una sociedad muerta al pensamiento libre, crítico serio y reflexivo, aferrándose a cualquier absurdez que no resiste ningún análisis histórico, es una de sus banderas.

La culpa a la inmigración, en vez de buscar una unión proletaria internacional, reconociendo que la creencia en ser clases media, burgueses ,era una paja mental, no una realidad, es otra de sus características. El pensamiento conspiranoico, otro. El mito nazi o franquista de la conspiración judeo masónica revive en buscar como chivos expiatorios a sociedades secretas, acusándolas de ser los que manejan los hilos, o en su defecto a un grupo famoso de multimillonarios: Bill Gates, Soros, Elon Musk, Rockefeller.... mezclando la posible influencia que pueden tener los billonarios, con donde reside el Poder, el mal: las instituciones estatales y capitalistas.

Una sociedad de hedonistas y consumidores, de supuesta clase media que se tira los pedos más altos que el culo, es una sociedad putrefacta a todos los niveles, temerosa, cuya única alternativa pasa por el Hombre o Mujer fuerte, el viejo Cirujano de Hierro, la ficción de los amos del Estado nación correspondiente como benefactores.

Así que de Pablo Iglesias hemos pasado a Abascal o a Alvise, el súmum de la degradación, un personaje sin más currículum que el chantaje, que recibe financiaciones oscuras-sin salario reconocido en tres años-, aupado por el poder de las redes sociales y ciertas personas y ensayistas, algunos muy lúcidos e inteligentes, también presentes en las redes.

Sólo reconociendo la cruda realidad de lo que somos, sin hacerse trampas al solitario, puede renacer un pensamiento seriamente crítico y propositivo, que coja lo bueno del pasado y de diversas corrientes, reconociendo sus errores-como la obsesión colectivizadora como bálsamo de fierabrás del viejo movimiento obrero-, que retome las banderas universalistas, emancipadoras y filosófico espirituales, pues sin espiritualidad el ser humano nunca despegará, acabará siendo, tal como ansían las nuevas élites, un robot desalmado.

martes, 25 de junio de 2024

Memory

 Interesante y original película que nos muestra el nacimiento y desarrollo de una relación original, ella una exalcohólica rehabilitada y él un hombre aquejado de demencia precoz.

Memory nos expone a dos personajes aquejados y perseguidos por fantasmas del pasado, por relaciones familiares conflictivas, ocultas, sobre todo en el caso de ella, por una pátina de silencio y encubrimiento, que la llevaron a la autodestrucción.

Sin embargo, en ese encuentro de dos almas enfermas, de dos mentes resquebrajadas por la enfermedad y el dolor, surge la luz al final del túnel, una  esperanza otoñal, un renacer de la luz cálida del estío  fuera de temporada, con fecha de caducidad, sí, y  con mucho rechazo bienintencionado de aquellos que sinceramente creen amarnos y pugnan por evitar heridas innecesarias pero como todo en la vida, esta va íntimamente ligada a los golpes, el dolor, las caídas y las cicatrices.



Los sentimientos, para bien o para mal, deben romper los diques de contención, de lo contrario el agua se estanca, se vuelve sucia y turbia, llevando a la existencia individual a la enfermedad del espíritu, la del miedo ante supuestos monstruos, la de la melancolía crónica.

Memory es la celebración del amor, aunque sea un amor absurdo, incomprensible para todos, empezando por sus sorprendidos protagonistas. Pero es que la existencia auténtica no es Orden, es anarquía, es surrealismo, es travesía y aventura loca sin ver puerto a la vista.

Lo contrario es la muerte en vida, un seguro arrepentirse en el lecho donde todos exhalaremos nuestro último aliento.

domingo, 2 de junio de 2024

Humanismo espiritual versus Tecnopolio

 Nuestra cultura, nuestras sociedades, desde la Ilustración dicen sostenerse en el llamado humanismo, en colocar en el centro de todo al ser humano frente a antiguas visiones teocéntricas, donde Dios era el centro del Universo.

Sin embargo su desarrollo ha transformado al hombre y la mujer en una pieza, un engranaje de una máquina, una mercancía . Y, fundamentalmente, en tiempos recientes, se ha convertido en sirvientes de las máquinas, estando nuestras vidas mediatizadas y guiadas, tanto a nivel personal como profesional por las tecnologías, imperando un pensamiento y un trabajo que hacen bandera de la eficiencia y el productivismo, llegando a considerar el cálculo técnico superior al juicio humano.

Estamos en lo que  Neil Postman llamaba Tecnopolio o Tecnópolis. Es decir los sueños, los objetivos de la modernidad ilustrada no se han cumplido, llevando a las sociedades a un antihumanismo maquinal, cada vez más invasivo, donde los seres humanos no dirigen ni guían nada, sino que han generado una nueva religión, pero más gris y deprimente, la de la tecnociencia, un Dios incontrolable, ajeno al Dios del amor del evangelio, un Dios al que no se le puede interrogar, controlar ni poner frenos.

Hay que arrodillarse y esperar de él una salvación, ajena al perdón y al diálogo que acontecía con los antiguos dioses, un Dios sordo, ciego y mudo, que no está trayendo el reino de la abundancia para todos, la libertad, el fin del trabajo o su reducción a un mínimo de horas, ni nada de lo que prometían sus sacerdotes científicos pero que de vez en cuando, si bien con más desgana siguen prometiendo a una parroquia positivista y racionalista fiel, aunque con desánimo creciente.

Y es que en mi opinión la raíz del bienintencionado fracaso del humanismo renacentista e ilustrado, y sus continuadores degenerados está en no ver claro que una auténtica civilización humanista tiene que tener una base espiritual.

Que el ser humano, su libertad, su dignidad, se potencia con un sentimiento de trascendencia, con la consideración de que no sólo somos materia física perecedera, sino que, se crea o no en Dios y en la vida más alla-en la cual yo sí creo- el ser humano debe buscar la belleza en todas sus creaciones, la verdad, la justicia, buscar un sentido profundo de la existencia que no se limite a vivir bien, es decir a consumir todo lo que quiera y tener sueldos altos, así como disfrutar de placeres ilimitados, sino a sentirse vinculado e interdependiente de los otros hombres y mujeres, así como con la Naturaleza y el resto de seres vivos hasta llegar a amar el Universo.

Y este aplastamiento, ahogo y destrucción de nuestro elemento espiritual por promesas incumplidas de mera prosperidad material hasta el infinito y más allá-sin ser consciente de la decadencia y caída de todo sistema- es el que nos ha llevado a ser esclavos del Tecnopolio, sirvientes de las máquinas. 

Olvidando, por cierto, que las máquinas, la tecnología, no es neutra, como se dice, sino que es creada dentro de un sistema y forma parte de él, por lo que siendo el nuestro un régimen de tiranía política y económica, de dominio y explotación de las mercancías de apariencia humanas, estas tecnologías sirven fundamentalmente, para ensanchar el control, la vigilancia y la opresión de los individuos  y proletarios, pues la coacción y control laboral es un fenómeno creciente.

Ha sido por tanto la desvinculación del humanismo de la espiritualidad la que nos ha llevado al desierto lúgubre actual, el de sociedades de esclavos hedonistas que en el colmo del delirio se creen libres, inconscientes de la marea de muerte literal y destrucción que va a provocar la maquinaria bélica de los poderes mundiales, ciegos en su desarrollismo económico y tecnológico militar y a nuestra conversión, meta de la modernidad, en entes robóticos, clones de esa maquinaria y tecnologías adoradas cual nueva religión materialista y mortífera, aniquiladora de nuestra esencia, o sea de nuestra alma.

Toca levantar, si queremos salvarnos y renacer de nuestras cenizas, un humanismo espiritual, donde las tecnologías no se adopten sin preguntarse el porqué, para qué y a quién sirven, y si no sirven a nuestra libertad y nuestra humanidad, sean rechazadas




lunes, 27 de mayo de 2024

La filosofía es la polla

 Hoy quiero recomendar un libro publicado hace poco por la editorial pepitas de calabaza, con un título muy sugerente y llamativo, todo un acierto, La filosofía es la polla, escrito por un autor novel, Tomás García Azkonobieta.

El libro mezcla, con gran ingenio, las letras corrosivas de una mítica banda punk española, La Polla Récords, con las ideas de los filósofos y las corrientes filosóficas a lo largo de la historia. Las ideas de libertad, igualdad, la revolución, la democracia, el capitalismo, la alienación, las drogas, el poder, el ecologismo, la rebeldía...aparecen vinculadas a las opiniones que sobre ella tenían los filósofos de la antigüedad, y los recientes, así como Evaristo, el cantante del grupo. 



Así aparecen desde Platón y Aristóteles, a los cínicos, corriente que Tomás García Azkonobieta califica de cercana a las propuestas críticas e irónicas a la vez de la banda punk. También asoman la cabeza Rousseau, Hobbes, Locke, Marx, Bakunin, la Escuela de Frankfurt, los hippies y un largo etcétera, hasta llegar incluso a la all right, la nueva derecha populista que ha adquirido un discurso aparentemente crítico cercano al estilo punki, haciendo bandera de la incorrección política.

Con La filosofía es la polla, , el joven autor, profesor de instituto, intenta atraer-y espero que lo consiga- al conocimiento filosófico a jóvenes y no tan jóvenes con su lenguaje ameno y sencillo, entremezclado con las letras de diversas canciones de La polla, que no han perdido un ápice de actualidad ni de verdad crítica.

Así que animo a su lectura, asegurando que disfrutarán de sus páginas y de su originalidad.

lunes, 13 de mayo de 2024

El amanecer de todo. Una nueva historia de la humanidad

 Brillante ensayo escrito mano a mano por un arqueólogo y un famoso antropólogo, recientemente fallecido, David Graeber. En El amanecer de todo ambos ensayistas se lanzan a analizar y desmontar los múltiples tópicos que hay sobre los llamados salvajes, sobre las etiquetadas sociedades primitivas.

Según tales esquemas mentales nuestros antepasados remotos eran seres inferiores, bárbaros, incultos, incapaces de reflexionar, imaginar y deliberar sobre qué tipo de sociedad era en la que querían vivir. Se refuta la idea de que las libertades individuales son una característica exclusiva de occidente, especialmente a partir de la ilustración. A partir del encuentro y debate con algunos indígenas legendarios de siglos pasados como Kondiarok- hoy considerado falsamente un invento de pensadores de la ilustración para colar sus ideas avanzadas-, vemos como sociedades indígenas vivían en sistemas caracterizados por una enorme libertad individual junto a sistemas de apoyo mutuo, superiores al Occidente del siglo XVII y XVIII, por ejemplo, tanto que los etiquetados salvajes que viajaron a nuestras tierras realizaron severas críticas ante lo que vieron: servilismo, pobreza y riqueza extrema, injusticia y brutalidad en las relaciones sociales, severos castigos a miembros de la propia comunidad y un largo etcétera de horrores.

El amanecer de todo refuta también la presentación de un esquema lineal evolucionista que va de las tribus de cazadores-recolectores a los Estados, presuponiendo que a mayor complejidad, a mayor tamaño de la población, se hace inevitable un aparato jerárquico de dominación, una burocracia, una administración, un poder separado de la sociedad, una estratificación social, unas autoridades fijas y permanentes.

Con ejemplos extraídos del registro antropológico y arqueológico, ambos autores desmontan esta tesis, mostrando sociedades urbanas sin signos de clases opresoras y explotadoras, y viceversa, ejemplo de tribus, sociedades pequeñas, más opresivas.



La tesis de fondo de Graeber y Wengrow es que los "salvajes", eran capaces de pensar en profundidad sobre sus instituciones, lo que querían y dejaban de querer, en una palabra no eran menos que nosotros en cuanto a imaginación política se refiere, dándose en épocas pretéritas todo tipo de sociedades, desde regímenes imperialistas como los incas, mayas o aztecas, a ciudades y tribus libres, término que ambos autores prefieren al de sociedades igualitarias .Es decir estas sociedades consideraban tan distintos unos individuos de otros que no admitían autoridades fijas ni permanentes, estando la obediencia muy mal considerada.

Cita incluso casos de civilizaciones que unos meses al año vivían en regímenes jerárquicos y más opresivos como los nuestros para el resto del año volver a vivir en libertad. Y sociedades donde las mujeres tenían un gran peso, al extremo de considerar que el patriarcado puede ser una de las causas fundamentales del triunfo definitivo de las formas de organización opresiva y esclavista. Pero también citan las rebeliones y revoluciones que acaecieron en algunas localidades, que lograron acabar con un sistema injusto y brutal, para construir un autogobierno comunal.

Autogobierno comunal que en mi opinión y creo que en la de los autores, debe ser lo que tengamos en mente para rebelarnos y lograr que la civilización, la humanidad, dé un vuelco y salga de las formas esclavistas y tiránicas en que habitamos, que tienen a los Estados nación como las formas más desarrolladas de liberticidio.

Estamos ante un gran libro, largo en extensión, a veces denso, pero sumamente interesante y positivo para liberar la mente de prejuicios e ideas falsas preconcebidas, No, la historia no está marcada ni predeterminada, somos nosotros las que la hicimos y lo hacemos, y en nuestra imaginación y deliberación, así como reflexión está el cambiar de rumbo.



sábado, 4 de mayo de 2024

Reflexiones sobre la guerra, la paz y la revolución holística

 Ante el avance imparable de los preparativos de guerra mundial, los llamamientos, advertencias y amenazas de unos a otros, es necesario que reflexionemos sobre las causas de las guerras que asolan a la humanidad, y los medios para favorecer la paz, sin caer en la quimera de la paz perpetua, pues los conflictos y las tensiones son inherentes a la naturaleza humana.

En primer lugar nos toca analizar las estructuras que favorecen las guerras, sobre todo las tres guerras mundiales habidas-si vemos la tercera como una guerra no generalizada, sino que se jugó en algunos países hasta la caída del muro-. Y estas estructuras son la voluntad de poder, de dominio, de conquista, de enriquecimiento, las cuales tienen su reflejo en los Estados nación y en el capitalismo-antaño también el socialismo de estado-.

Los Estados son la maximización o la búsqueda de la maximización del poder y la expansión territorial, la gloria o la fama para la posterioridad histórica, la mal llamada grandeza. Todo Estado tiende a la conquista de territorios ajenos, pero sobre todo y principalmente es una herramienta para la opresión y esclavización de la población interior, para lo cual se dota de ejércitos y policía, creados esencialmente para controlar y reprimir a la sociedad interna en primer lugar, y secundariamente entrar en conflicto con otros estados.

Por tanto, la búsqueda de un mundo en paz, o que favorezca la paz mundial, requiere de la superación de esta forma de dominio, del desmantelamiento de las instituciones estatales, de los poderes separados, incluidos ejércitos y policías permanentes y profesionales, y su sustitución por milicias de ciudadanos rotativas, no profesionalizadas, siempre controladas por las asambleas, consejos o concejos de base, con armamento general del pueblo.

También hay que superar la forma capitalista,  entendiendo por capitalismo la mercantilización o cosificación de los seres humanos- y por supuesto la guerra económica-,  etiquetados en tal sistema socioeconómico como recursos humanos, es decir la esclavitud asalariada hasta donde sea posible, y levantando junto a la democracia política auténtica, directa o de base la democracia económica, el comunalismo, extendiendo la propiedad comunal dirigida y autogestionada por el vecindario y los trabajadores, junto a la siempre necesaria propiedad individual y familiar, forma de garantizar la libertad, la existencia de un espacio íntimo.

Frente a la competitividad, la cooperación y la libre iniciativa. Es decir levantar unas estructuras contrarias a la concentración de poder y al control y el expolio y saqueo de otros pueblos considerados inferiores o llamados tercer mundo, pero también la explotación y expolio de la población del lugar.

Pero junto a todo esto, se requieren más cosas. En primer lugar acabar con la propaganda, sustituyéndola por el libre examen, el libre pensamiento absoluto,  lo que implica el abandono de los partidos políticos, en los cuales no hay verdadero pensamiento, extendiendo tal virus de  no pensamiento al resto de la sociedad, convirtiéndola en masas fanatizadas a izquierda y derecha.

Pero también la supresión de la propaganda comercial, que busca la creación de necesidades sin fin en hombres y mujeres, atentando también contra la libertad de conciencia.

Hay que reconquistar, en otro lugar, el silencio, pues sin silencio no hay lugar para la meditación y la toma de decisiones colectivas, pero también es necesario para la libertad interior, para buscarse a una mismo, para la paz interior, para buscar la trascendencia, la divinidad, quien crea en ello, pues una sociedad libre requiere de una espiritualidad, de la búsqueda de una trascendencia, frente a la asfixia y la opresión tanto del materialismo ateo como de las religiones. Ambas creencias favorecen la esclavitud y debe irse saliendo de ellas, por supuesto de manera libre, sin la menor coacción o prohibición de creencias, cultos y ritos.

Las televisiones deben emitir unas pocas horas al día, para que el ruido exterior sea el mínimo, y estas pocas horas diarias deben favorecer el amor a la cultura y el debate plural de ideas, frente a la telebasura actual, aunque todo esto, por supuesto debe ser fruto de un proceso de deliberación colectiva y acuerdos democráticos.



Las tecnologías digitales son en gran medidas tecnologías opresivas, que favorecen el control de las autoridades, la coacción laboral y el entretenimiento banal, como las televisiones hasta ahora. Por tanto en lo que respecta al mundo digital podría plantearse su supresión y la vuelta al cara a cara y a las viejas tecnologías de comunicación, o su reducción al mínimo si fuera posible.

La búsqueda de la paz requiere por tanto de una revolución holística, de base espiritual y filosófica más que ideológica, de cambio no sólo exterior sino interior, pues el Estado y el Capital son, en esencia, relaciones de opresión y cosificación. Una revolución que algunas corrientes revolucionarias creían que una guerra mundial podría favorecer. Tal idea sin embargo choca con la brutalidad en los comportamientos humanos y la implantación de una vigilancia y un control totalitario de la población en cualquier guerra, civil y mundial. Cierto que la primera guerra mundial provocó una oleada revolucionaria, pero esta oleada revolucionaria o fracasó, o allí donde triunfó, como en Rusia, creó un Estado totalitario y policiaco de control desconocido hasta la fecha, el régimen bolchevique. Y a posteriori, a causa de sus efectos, favoreció el ascenso y triunfo del nazismo.

¿Estamos seguros que con la liquidación de toda libertad, salvo la de ir a trabajar con justificante en la economía de guerra que viene, con diez o doce horas de trabajo diario, la policía y el ejército patrullando las calles las veinticuatro horas del día, el control total de la información y la comunicación, la censura absoluta, el llamamiento constante a la delación y persecución de disidentes y desertores, con la posible colaboración de sectores de ciudadanos convertidos en espías y persecutores de otros, es factible una revolución de la libertad , especialmente en las ciudades, que no son sino ratoneras en las que hemos sido recluidos para mejor controlarnos?.

Una revolución en tal ambiente, es sumamente improbable, además del riesgo de degeneración al que podría verse sometida. Otra cosa, sí, es que no nos quede otro camino que intentarlo en tal situación de desesperación y horror. Pero no deberíamos engañarnos con imágenes idealizadas de un cambio de rumbo en positivo en tal situación. No nos valen las pajas mentales, las fantasías rosadas, sino la aceptación de un intento a la desesperada, en un ambiente nada propicio a ello, de una acción consciente revolucionaria favorecida por la pequeña posibilidad, la única que podría jugar a nuestro favor, de un desmoronamiento del sistema de dominación, de una vuelta de las armas hacia nuestros gobernantes.

No obstante la búsqueda de una civilización vuelta a la belleza, al bien, a la contemplación, al trabajo libre y con sentido espiritual es preferible que se dé, si se da alguna vez, en un ambiente que la favorezca, que no es el del horror, la matanza y movilización a los campos de batalla, de muerte, que es el que nos espera mucho más cerca de lo que pensamos. Y ojalá me equivoque y todo sea un mal sueño. 

sábado, 13 de abril de 2024

Materialismo, criptototalitarismo y transhumanismo

 Si queremos rastrear y averiguar el porqué de la novedad totalitaria del mundo contemporáneo, más allá de las ideologías en las que se sostuvo el totalitarismo clásico, versión comunista o nazifascista, y el porqué de su vinculación a la modernidad, debemos excavar para detectar qué raíz o raíces permitieron su nacimiento, y su permanencia bajo cierto cambios.

En mi opinión uno de esos factores escasamente analizados es el materialismo, materialismo entendido en su sentido vulgar, como el ascenso paulatino de una sociedad, impulsada y adoctrinada por las nuevas clases dirigentes que fueron sustituyendo al llamado feudalismo-que en algunos sitios, como la Península Ibérica, no existió realmente-, de los valores mercantilistas, de acumulación de capital, de la riqueza material como señal de estatus, de superioridad, de triunfo vital, y junto a eso la expansión del Poder, o de los Poderes, entendido como estructuras verticales capaces de moldear a los individuos, hacerles pensar de determinadas maneras e imponer unas formas de vida artificiales, coactivas e inhumanas, es decir neoesclavistas, como si eso fuero no solo lo natural, sino lo que nos hace libres.

Las viejas religiones, sus creencias, sus mitos, la fe ciega en la que se sostenían fueron reduciendo su peso e influencia, lo que de entrada no era malo, pero no fueron sustituidas por la espiritualidad, la búsqueda individual y/o colectiva de un sentido elevado de la existencia, de una búsqueda libre de la divinidad, de un nuevo sentido trascendente, sino que su lugar lo fue conquistando un sentido vital centrado en los valores materialistas ya citados, ocupando el lugar de las religiones otras como el mito del Progreso lineal y eterno-visión laica y cutre de la eternidad divina-, la ciencia o la tecnociencia, la principal religión laica en la modernidad, de la que aún se espera, pese a todos los desastres creados y por crear, que preparó y sigue preparando, el remedio, la salvación de nuestros males, la liberación de la muerte, la enfermedad y el dolor. Y, hasta no hace mucho, ya en declive, las ideologías políticas.

Los valores que nos hacían humanos fueron disolviéndose, tales como la belleza, la búsqueda de la verdad, o la libertad, siendo sustituida esta última por unas libertades de mentirijillas, o hedonistas: somos libres porque podemos ir de juerga, o viajar-esto último, claro, si se tiene dinero-, aunque nuestras existencias sean de la cuna a la tumba la de presos y esclavos, dirigidos por las instituciones, que vamos pasando de sistema carcelario a sistema carcelario, hasta morir solos en alguna residencia.



La modernidad, lejos de todas las propagandas trompeteras que la presentan como la era del progreso y las libertades humanas no deja de ser un movimiento totalitario, o mejor dicho hoy criptototalitario -pues de momento ,el palo, el terror y el campo de concentración parecen pertenecer a métodos pasados-, un movimiento de control creciente de la población a todos los niveles, de perfeccionamiento gracias a la tecnociencia, especialmente la digital, que ha permitido dar un salto adelante a los aparatos de dominación del hombre por el hombre, así como de explotación de las mercancías humanas.

Derrotado el materialismo marxista, queda el capitalista, el más exitoso, el que entra de lleno en ese criptototalitarismo que pasa desapercibido para la mayoría, el que intenta seducir con sus luces de neón y su música ambiental de centro comercial o supermercado, pero que conforme avance su crisis, su colapso, su proceso de descomposición en marcha, como podemos ver en nuestro día a día-cada vez somos más pobres-, irá haciéndose menos "cripto", y más totalitario descarnado.

De un tiempo a esta parte, la modernidad del capitalismo decadente ha dado un paso más. Ese paso más es el llamado transhumanismo, que considera, conforme a esa nueva religión mecánica, nuclear y química en la que se ha convertido la tecnociencia, que hay que superar los límites y miserias humanas a través de nuestra fusión literal con la tecnología, nuestra conversión en hombres máquinas, lo más parecido a dioses, según sus adeptos.

Esto, que algunos de buena fe consideran un delirio, es el desarrollo natural de la modernidad materialista. Si no hay trascendencia, somos sólo pura materia, a lo sumo átomos pululantes, ¿por qué no considerar que se nos puede manipular y modelar cual figuras de cera o plastilina?. Somos, siguiendo la lógica materialista, ¿diferentes del resto de animales?. ¿Por qué no lograr nuestra domesticación total, presentando tal política como nuestra superación, como una nueva especie libre de sufrimiento, pero no a través de los ejercicios filosóficos, o espirituales, del esfuerzo sin fin, sino mediante las innovaciones científicas, tales como la inteligencia artificial, los chips, la modificación genética o un largo etcétera?.

La robotización, la mecanización del ser humano, su conversión en poshumano, una especie de nuevo ser, en realidad por debajo de los llamados seres irracionales, pues puede llegar a perder hasta sus emociones y ser movido y guiado a distancia, al menos a nivel mental, es la meta final de la religión del Progreso, de la Modernidad.

Que esto no es un delirio, que no es asunto de risa, como cuando se debate con algunas personas, puede leerse en algunas noticias aparecidas recientemente, donde ya se nos prepara para ello, y para que lo aceptemos con naturalidad, si bien reconociendo que podría generar una nueva división de clases, la que quienes logren los implantes que aparentemente les convertirán en "superhumanos", y los que no, por falta de medios. 

En realidad lo más probable es que de la sociedad de clases, aún encubierta por el mito de la clase media, del ciudadano, dé paso a una sociedad de castas, con una separación muy rígida entre unos y otros.

Más allá de todo ello hay factores que favorecen que el proyecto transhumanista triunfe, como la práctica desaparición del pensamiento crítico, sustituido, a nivel de todas las izquierdas, por una mezcla de capitalismo hedonista- el mito de los buenos amos que nos van a pagar más, tratar mejor y permitir que disfrutemos de más placeres- pero también de transhumanismo de género, aquello de niñes, chiques y demás discursos vinculados a la nefasta  teoría queer en, por ejemplo, los restos moribundos de pensamiento y organizaciones antaño subversivas-anarquistas y demás-. Transhumanistas pues tales ideas reflejan una idea de libertad ultracapitalista por un lado-yo soy lo que deseo una tarde, aunque sea el deseo de ser, por ejemplo, un perro, un gato o una lechuza- y por otra una demolición de la naturaleza humana, de la masculinidad y feminidad, lo cual prepara el camino para nuestra demolición como siempre hemos sido, para generar esa monstruosidad aséptica  y de laboratorio llamada poshumano.

Absorbidos por las pantallas, ya estamos iniciando la era transhumana, aún de manera tosca e insegura, pero sirvan tales noticias que empiezan a extenderse de recordatorio del segundo abismo que se abre a nuestros pies, el de la poshumanidad, junto con el apocalipsis nuclear. Vivimos un tiempo sombrío, las cosas se están tornando muy oscuras para la humanidad, pero no necesitamos inteligencia para detectarlas y revertirlas, solo lucidez.

martes, 2 de abril de 2024

La bestia

 Arriesgada, original, compleja,  onírica y dura película sobre el miedo y la muerte de las emociones, en tres tiempos históricos diferentes, 1910, 2014 y 2044.

La bestia, que juega con el tema de la reencarnación y la Inteligencia Artificial, tan de boga en estos días, nos sumerge en la relación, en esos tres momentos, de un hombre y una mujer franceses que se encuentran, sus miradas se cruzan, sus sentimientos brotan, pero algo en ellos, una bestia oculta, un miedo imbatible, les paraliza, quedando todo en un juego mental, en ensoñaciones fantasmales, en realidades que se disuelven como azúcar en agua, una solidez que nunca toma forma.

La película saca a la luz del día la tragedia del hombre y la mujer contemporáneos, la de quienes cercados y subsumidos por las tecnologías, dejando escapar parcelas de su humanidad de manera imperceptible, gota a gota, van perdiendo, como serpientes, la piel de las emociones, fundiéndose con la megamáquina en proceso de construcción, conformando seres cableados, células de chips, miradas indiferentes y gélidas, salvo a sus móviles.



La Inteligencia Artificial se lanza a la conquista del mundo, prometiendo a unos humanos angustiados y devastados su verdadera liberación, una especie de nirvana sin sentimientos, sin ese horror de enfrentarse y convivir con los otros, una mutación hacia una poshumanidad.

La bestia juega con la deshumanización humana, y la humanización de algunas máquinas, una paradoja que da que pensar. La tesis de la película coincide con la de quien esto escribe, que la modernidad progresista es un movimiento totalitario o criptototalitario cuyo fin es la robotización de la humanidad, la pérdida absoluta de nuestra naturaleza, la creación de un horror aséptico. Y, curiosamente, antes de saber la existencia de esta brillante película y de verla tuve una charla con tres amigos en relación a este mismo tema; dos se rieron, se niegan a ver hacia dónde nos dirigimos, pensaban que deliraba, otro me entendió.

Muchos y muchas se niegan a ver dónde nos conducen, lo que ya somos en parte. Viven inmersos en una falsa realidad, creyendo que el progreso es un camino de libertad y realización, con algunas piedras en el camino, pero que nuestros amos y amas son buena gente, que en realidad procuran nuestro bien. 

Pronto saldrán de sus mundos delirantes golpeados por la cruda realidad de lo que somos para los gobernantes.

Para finalizar estamos ante un film cuyo atrevimiento sale airoso, una película que, por poner algunos peros, de sobresaliente baja a notable por cierta confusión en alguna parte de ella. La bestia, aparentemente ficción loca para muchos muestra la catástrofe que se avecina, que ya está en progreso, si bien la batalla no está aún perdida.




viernes, 29 de marzo de 2024

Vagabundias. Criminales, vagos, putas y locos

 Extraordinario ensayo de Juanma Agulles que mezcla historia y reflexiones propias con una experiencia vivida durante casi quince años, años que estuvo realizando un trabajo en un albergue, conociendo cara a cara y relacionándose con la que llama población del abismo, los últimos ,los perdedores, los habitantes de la alcantarilla social.

Vagabundias, bello y poético nombre, por cierto, nos adentra en la historia de la beneficiencia social, desde la organizada por la Iglesia en tiempos medievales hasta la actual, laica y burocrática, poniendo en claro sus similitudes y diferencias, que van de la compasión hasta el control burocratizado de dicha población de la derrota, desde su santificación usando la figura de Cristo y los santos, o algunos de ellos, hasta su condena, es decir combinándose en una misma época en ocasiones la glorificación de la miseria con la horca, en nuestros tiempos la paliza y luego el prenderles fuego, pues la figura del vagabundo como ser individual, real, de carne y hueso que pasa a nuestro lado sigue siendo visto como un peligro, alguien a extirpar de esa supuesta manzana sana y bella llamada modernidad o progreso, cual gusano que puede envenenar el orden social, la cacareada ciudadanía de libres e iguales.



Juanma Agulles nos relata las vivencias y experiencias vitales de algunos hombres y mujeres refugiados en el albergue y sus diferentes tipologías, en las que son incluidos, tratados y diseccionados por la barbarie aséptica institucional y laica y progresista actual. Del criminal al vago, la puta y el loco.

Es una característica de la sociedad actual absorber deglutir y vomitar la cháchara de las clases dirigentes y explotadoras del capitalismo  que consideran que el mendigo es un fracasado por no esforzarse lo suficiente, por bajar las manos y preferir una vida errante y solitaria, sin domicilio, curro e identidad, viviendo de las ayudas o los subsidios estatales-las paguitas, que dicen los liberales y conservadores del hoy, muchos de ellos llamados cristianos, en realidad darwinistas o neonazis brutales sin discurso de razas, pero no menos sádicos-, subsidios que como demuestra Juanma Agulles son casi imposibles de obtener, pues supone entrar en un laberinto de papeleo burocrático digno de Kafka.

Luego está el ascenso en flecha de los problemas psicológicos, de la llamada locura, que llena los habitantes de los albergues, problemática mental de origen social, promovida por un sistema injusto y una sociedad que ha demolido las relaciones sociales de amor y apoyo mutuo, generando un hábitat, un ecosistema de sálvase quien pueda, y que lógicamente da como resultado el sufrimiento psíquico creciente y la medicalización y "psiquiatrización" masiva de la población.

Origen social, que, lógicamente, también se oculta, como no podía ser menos, achacándose todo al individuo, a componentes bioquímicos, sin más.

La opinión del autor de Vagabundias es que el albergue es una mezcla de cárcel, manicomio y casa de beneficiencia, una institución fracasada, organizada para estudiar y analizar el creciente sector social marginado, para disciplinarlo y ocultarlo a los ojos de la ciudadanía obediente y exitosa, con casa y trabajo asalariado. Es decir es una institución donde según su expresión pululan los gusanos que viven y se alimentan de la putrefacción social, motivo que le llevo a abandonar dicho curro.

Vagabundias es un libro que debe leerse, un relato sin trampas ni cartón, sin edulcorantes, de nuestra sociedad, de una civilización que pasó de considerar el trabajo una maldición bíblica a un deber moral, luego un derecho y ahora un privilegio. Es la historia de un fracaso social, del triunfo de las élites y sus discursos a través de la historia, hasta llegar a nuestra realidad, nuestro mundo,  el de la religión del Progreso, la que nos vende que progreso y pobreza son antagónicos, otra mentira cochina, pues parafraseando un gran libro en mi opinión que también cita el autor, El abismo se repuebla.



domingo, 24 de marzo de 2024

Simone Weil. Filosofía del trabajo y teoría crítica social

En esta ocasión quisiera recomendar un interesante ensayo de José Luis Monereo Pérez, un catedrático español, sobre el pensamiento, especialmente el que desarrolló en relación al mundo laboral, de Simone Weil.

Tengo que reconocer que soy un seguidor y admirador de las ideas y vida de tan singular mujer, alguien que vivió solo 34 años pero que reflexionó sobre múltiples temas, aparte de participar activamente, jugándose la vida a veces, en las convulsiones sociales de su época.

 En este blog he comentado y recomendado varios de sus escritos, y este es una más. En Simone Weil. Filosofía del trabajo y teoría crítica social, aparte de una somera biografía, el libro desmenuza sus ideas sobre la necesidad de emancipación de la clase obrera, sometida a un trabajo deshumanizador y destructor, especialmente en las fábricas tayloristas, donde aparte de la subordinación a la dirección, lo era también a la maquinaria, y a un proceso productivo fragmentado que escapaba a su conocimiento y control.

Es por eso que Weil, frente a la vulgata marxista y revolucionaria en general, que pensaba la liberación en la propiedad colectiva consideraba que el cambio de propiedad no iba a suponer la emancipación de los trabajadores, sino el cambio de amos, incluso un empeoramiento de la opresión, como demostró el régimen soviético, aniquilando toda libertad obrera, nacionalizando toda la economía.

Para ella, con matices, todos los sistemas sociopolíticos y económicos se encaminaban a una suerte de capitalismo de Estado, una concentración de funciones en la maquinaria estatal, con el surgimiento de una nueva clase opresiva, la burocracia, así como la de los técnicos, es decir la opresión por la función, por encima del régimen de propiedad.

Simone Weil se mantuvo leal al principio de que la emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos, propugnando el fin del ejército, la policía y la burocracia permanentes. Criticó también el monopolio estatal de las armas, comprendiendo que la guerra siempre supondría la subordinación absoluta de los trabajadores al aparato represivo militar, viejo o nuevo, así como el monopolio de la ciencia y la técnica, que consideraba debían ser comprendidas por los obreros.

Defendió con ahínco la creación de una cultura obrera, con sus instituciones y valores propios, que preparase una revolución futura y más positiva, pese a su desconfianza creciente ante la idea de revolución, que llegó a considerar un mito dañino, como el del progreso, por cierto. Para esto se centraba en el sindicalismo, que consideraba el nuevo núcleo que debía preparar la futura sociedad de trabajadores libres y cooperativos, si bien con su agudeza habitual observó y criticó su creciente burocratización y pérdida de autonomía respecto a los partidos y los Estados.


Pensaba que el trabajo debía adquirir un sentido espiritual, pues lo consideraba una función superior, central en la vida humana, siempre que no siguiera siendo una actividad forzosa y subordinada, lo cual se incrementó con su conversión a un cristianismo libre y heterodoxo, que la acercó a la Iglesia católica, pero sin entrar jamás en ella, pues la consideraba lejana al verdadero cristianismo, que era según ella la religión de los esclavos, de la debilidad.

Fundamental en Simone Weil es la prioridad que da a las obligaciones o deberes hacia los seres humanos frente a los derechos, pues son estos deberes los que pueden garantizar los derechos, y que no queden, como podemos observar aún hoy, en papel mojado, en bellas palabras o consignas que no se cumplen, como el derecho al trabajo, a una vivienda o a una vida digna.

En fin que estamos ante un texto recomendable, uno más de los que nos acercan a una mujer extraordinaria, con sus sombras, por supuesto, como todo ser humano, pero cuyos análisis profundos, heterodoxos y rompedores, serían muy necesarios también en el mundo del hoy, ese mundo situado, como el suyo, en una grave crisis civilizacional, que se desmorona y que puede acabar en una carnicería militar aún peor, por el horror del armamento nuclear y de todo tipo, que la que padeció Simone hasta su muerte en 1943.